Si la semana pasada reconocía la labor de la exconsejera Arantxa Tapia, pese a lo impopular de hacer loas de la gente que ejerce la política, hoy practico el mismo ejercicio con Jonan Fernández. En mis dos décadas ejerciendo la bella profesión de periodista pocas veces he asistido a un ataque, a veces incluso personal, en forma de preguntas contra alguien en una rueda de prensa por su pasado político. La templanza de Fernández jauna en sus contestaciones me convencieron pronto de que su labor iba a estar acompañada de racionalidad y exquisitez en el trato. Me alegra decir que el tiempo me ha dado la razón.
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