AL conocer la sentencia contra Dani Alves, que le declaró culpable en la violación de una mujer, confesé mi cierta satisfacción porque, a pesar del poder económico del exfubolista, se lograra su entrada en prisión. Hoy toca rectificar y reconocer que, lamentablemente, el dinero todo lo puede. Alves podrá salir de la cárcel mientras no haya condena firme si logra reunir un millón de euros y bajo promesa de que no huirá. Vaya, digo. Confiar en alguien que cambió hasta en cuatro ocasiones de testimonio es cuando menos indignante, que se agranda con la vinculación del acto de fe a su cartera. Y la víctima, una vez más, revictimizada.