HAY mundos paralelos dentro de nuestro propio mundo. Mundos que parecen no solo desconectados entre sí, sino que circulan a diferentes ritmos. Concretamente en uno de ellos, a la velocidad del gigabyte. Más de cuatro mil personas, en su gran mayoría por debajo de los 40 años, se están dando cita desde este pasado sábado hasta mañana en el BEC de Barakaldo para celebrar una nueva edición de la Euskal Encounter. Si a la pregunta de en qué consiste la celebración en cuestión, la contestación fuese que se trata de un mero “encuentro de aficionados a los videojuegos” sería desmerecer un acontecimiento que sobrepasa el límite de la imaginación cuando se conoce de cerca. Primero porque acumula la nada despreciable cifra de haber desarrollado su trigésima primera edición. 31 años del ala para dar visibilidad al desarrollo tecnológico de una parte importante de nuestra sociedad y que como bien afirmaba esta semana en estas mismas páginas nuestro joven redactor Aitor García Morán, cada vez cuenta con adeptos de mayor edad. Vamos, que la cosa ya no es de adolescentes. Pero es que la Euskal Encounter también supone que Bizkaia se convierta por unos días en la meca para la transmisión del conocimiento de un sector cada vez más pujante tanto en lo económico, como en lo tecnológico y en lo social. La comunicación personal vía enlace del ordenador está a la orden del día y reclama su propio hueco sin ser señalados como distintos. El friki de la maquinita ya no existe. Todos y todas somos frikis cuando utilizamos las redes sociales, los videojuegos o una inteligencia artificial que no ha hecho más que enseñarnos lo que es capaz de hacer. Así que parece obligado buscar el modo y la manera de hacer que los mundos paralelos pasen a estar interconectados y se ayuden mutuamente. Máxime porque, se quiera o no, están condenados a entenderse.