EN la era de la popularización de la inteligencia artificial, uno podría pensar que la ceremonia de coronación de Carlos III y Camila es, además de lo que sugiere la unión de las primeras sílabas de sus nombres, una creación videográfica falsa o, en el mejor de los casos, una manipulación a todo color de imágenes del siglo XVIII. En todo caso, miles y miles de británicos acudieron en masa a vivir en directo el “histórico” momento, bien por sentir esa “emoción” (!?) o bien por comprobar que ese rito real era real. Quizá pronto la inteligencia no artificial sino humana nos libre de esa realidad.