ENTRE la estupidez y la canallesca, esto de ir pinchando al personal está haciendo fortuna. Nunca falta un imbécil o un baboso y, por mero cálculo de probabilidad, a mayor concentración de individuos, más margen de toparse con uno. El caso es que lo de ir metiendo miedo u otra cosa con una aguja se está volviendo viral que, como su propio nombre indica, es sinónimo de pernicioso. No nos engañemos: este machismo de baja intensidad es, además de irresponsable, una agresión y un potencial delito contra la salud pública. Respondamos sin alarmismos pero con contundencia.