DESPUÉS de siete años se ha vuelto a celebrar el Debate sobre el Estado de la Nación.

Mucho ha cambiado el panorama desde entonces. El golpe de estado en el Comité Federal del PSOE contra Sánchez, su posterior vuelta triunfal, la moción de censura contra Rajoy, la llegada de Sánchez a la presidencia de un gobierno que acabó siendo de coalición, la defenestración de Pablo Casado, la caída de Pablo Iglesias y antes de Albert Rivera, etc.

De aquel febrero de 2015 a hoy solo Sánchez se mantiene en primera línea; el resto al más puro estilo Ricardo III han ido cayendo uno tras otro, lo que parece confirmar el carácter de superviviente nato que ofrecía en su libro Manual de resistencia, que alguno debieran leer antes de enterrarle ahora o en el futuro.

Quizás esa capacidad de resistir más la suerte que le acompaña en momentos cruciales explique muchas cosas.

Además ha ido aprendiendo a flexibilizar sus posturas e incluso su ideología, adaptándolas a cada instante concreto.

Por eso en el actual “debate del estado de la nación” ha aparecido con su ropaje más de izquierdas, recordando así al Pedro que recorrió el país en la campaña de primarias de la que resultó victorioso.

Cuando en pleno debate al enumerar sus propuestas soltó como un puñetazo en pleno estrado la de crear un impuesto a las eléctricas y a la banca, las caras de Feijóo, Arrimadas, Abascal en incluso la de la propia Yolanda Díaz eran un poema.

Nuevamente les pillaba desprevenidos, a Díaz apenas 5 días después de presentar su nuevo proyecto político, Sumar. Le pasaba por la izquierda recuperando la iniciativa en un momento en el que muchos señalaban era de declive definitivo.

Se equivocaron nuevamente, queda Sánchez para rato, incluso lo advirtió con una de las frases del debate: “Voy a por todas”, que indica claramente sus intenciones: repetir mandato en 2023.

Incluso va más allá, porque consciente de que el PSOE por sí solo no puede gobernar, lo seguirá haciendo en gobierno de coalición con el apoyo del resto de las izquierdas más PNV y PdeCat.

Han sido así tres días llenos de debates ideológicos y lo que resulta aún más importante, llenos de propuestas, resoluciones y leyes.

Lo sucedido en el Congreso los 12, 13, 14 de julio va a marcar un antes y un después en la historia de nuestro país.

A los impuestos a eléctricas y banca, bonificación en los abonos ferroviarios de corta y larga distancia, ayuda a las becas de los más necesitados, se le añaden la mejora del sistema sanitario, la garantía de que las pensiones se actualicen según IPC, etc.

Además, el último día también se aprobaron cuestiones de la máxima importancia, algunas con una profunda carga ideológica.

Ley de Memoria Democrática, RDL para la estabilidad del personal sanitario, prórroga de medidas del RDL contra la inflación y medidas anticrisis, o la importante modificación de la ley de CGPJ.

En casi todos los casos con la votación de las izquierdas y progresistas, frente a la derecha extrema del PP y la extrema derecha de Vox.

Así parece que va a ser durante los próximos 16 meses hasta las próximas elecciones, unas derechas descolocadas cada vez más extremas. ¿Dónde quedó la moderación del señor Feijóo? Probablemente en Galicia ya que en Madrid parece haber sido contaminado por una Isabel Díaz Ayuso cada vez más escorada hacia la extrema derecha.

A veces parece que esas “patas de banco” las dice para eclipsar a su líder apropiándose del protagonismo en el PP.

Mal futuro va a tener este si no alcanza la Moncloa, con Ayuso y Moreno esperando ver su cadáver político pasar para ocupar su lugar.

En estos tres días Pedro Sánchez ha recuperado la iniciativa desde la izquierda fortaleciendo ese flanco, pero debe afianzar también el periférico con PNV, ERC y Junts.

Para eso necesita, tal y como se lo recordó Aitor Esteban en el debate, no solo prometer sino especialmente cumplir, en concreto el desarrollo total de lo pactado en el Estatuto de Gernika. El PNV ha demostrado ser un socio leal con el que no debe haber ni una sola broma.

Con Catalunya normalizar cuanto antes la relación, también desde la mutua lealtad y comprensión.

Mención aparte merece la posición de Bildu. Su posición, esta vez sin ambigüedades, sobre el tema de las víctimas ha sido una gran noticia y contrasta con la posición deleznable de un PP “echado al monte”.

Su portavoz Mertxe Aizpurua ha hecho mención a la declaración de Aiete: “Por un futuro de paz y convivencia”, señalando “nuestro compromiso sincero con el reconocimiento y reparación de todas las víctimas sin olvidar a ninguna”, añadiendo: “Sentimos su dolor y desde ese sentimiento sincero afirmamos que nunca se debió haber producido” para terminar con un esclarecedor “queremos decirles de corazón que sentimos enormemente el daño causado”.

Esta importante declaración que cualquier gente de bien debería recibir con agrado, ha sido despreciado por un PP cuya manera de luchar contra la ley de Memoria Democrática, ha sido desarrollar en la misma sede en la que sonaron esas palabras de paz y reconciliación, una reunión con víctimas de ETA en un vil intento de enfrentar a estas con las del franquismo.

Lamentablemente esa es la derecha que nos toca sufrir y ese sería el futuro que nos esperaría si llegaran a gobernar.

A partir de ahora nos toca a quienes hemos colaborado estos tres intensos días, seguir remando en la misma dirección como las traineras que van a surcar el Cantábrico. Profundizando en lo que nos une, corrigiendo lo que nos separa, porque el monstruo espera fuera nuestro error.

Veremos.

* Exparlamentario y concejal de PSN-PSOE