A estas alturas del verano, esté de vacaciones o no, el personal mira de reojo el calendario, ese otoño en el que podría asomar una recesión o no. De momento, sin indicios claros en un sentido o en otro, cada mensajero va a lo suyo. Dice el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, que no nos dejemos aguar la fiesta y que disfrutemos del verano. Se ve que él lo va a hacer. De hecho siempre luce un look que invita a la juerga. Todo lo contrario que Antonio Garamendi, pegado a su traje oscuro de funerario dispuesto a rebajar las expectativas de subida de sueldo de la peña desde el púlpito de la CEOE. Ambos viven en cierto modo alejados de la realidad, de las empresas en las que se cocinan los acuerdos casi siempre sazonados con grandes dosis de sentido común y capacidad de adaptación a las circunstancias de cada centro de trabajo. A los dos podremos verlos en agosto dándose una alegría en una terraza del mediterráneo. Y a decir verdad, tal y como ha arrancado el estío, con los comercios y los restaurantes a rebosar, todo apunta a que en general todos disfrutaremos de algún dispendio. Eso no quiere decir que no haya una preocupación colectiva por lo que puede venir. Lo que ocurre es que ya no le tenemos miedo a nada. Tras la crisis más larga y profunda de la historia, llegó una pandemia inédita y sin tiempo para recuperarnos una guerra a las puertas de Europa. Así que disfrutar de este verano es otro ejercicio de superviviencia.