AS primeras horas del miércoles vinieron a confirmar la extrema elasticidad de que hace gala la candidatura Izan Athletic en materia de decoro, su facilidad para obviar deficiencias propias y ajenas si estas suponen un impedimento para alcanzar los fines que se proponen. En efecto, con la nocturnidad inherente a la madrugada, Uriarte y sus colaboradores se deshicieron de Carlos Aviña, cuyos defectos íntimos les afeaba la imagen (aunque aún aprovecharon el último turno para alabar los méritos profesionales del tipo y así, de paso, dejar constancia de su inigualable ojo clínico). Por supuesto, en su valoración de lo acontecido resultó imposible hallar el más leve rastro de arrepentimiento por la tremenda metedura de pata cometida; ni un ápice de humildad para reconocer, siquiera de pasada, el ejercicio de incompetencia escenificado. Qué va, borrón y tira p'alante. Como si el vergonzoso episodio jamás hubiera ocurrido. Han estado en un tris de dejar el Athletic, con todas las repercusiones que dicho paso entrañaba, e iniciaron la jornada de ayer miércoles centrados en promocionar la figura de Ernesto Valverde porque, en definitiva, ellos son los idóneos para gobernar los destinos del club. Hace falta arrojo para confiar en Izan Athletic. O suscribir al pie de la letra el catecismo del Todo Vale.

Pero vayamos sin más preámbulos con el tema de los entrenadores, ese que aseguran determina en las urnas, que ya es de dominio público tras una tensa espera. De repente y muy cerca del límite, Valverde aparece vinculado a dos planchas. Sorpresa. La tercera opción se conocía, en realidad el nombre de Marcelo Bielsa se asociaba a Arechabaleta desde hace tiempo y así se oficializó el lunes. Conviene detenerse en un matiz que no se habría abordado y ayudaría a concretar las tareas del uno y del otro: Valverde ejercerá de responsable del primer equipo; Bielsa, compaginaría esa función con la supervisión del proyecto en su globalidad. Dicho de otra manera: por encima de Valverde se hallaría Ramón Planes, con Barkala, y no se sabe quién, con Uriarte; sobre la cabeza de Bielsa no habrá una figura equivalente, pese a que una persona ostente el cargo de director deportivo. Solo así se explica que la presentación de esta se haya dejado para el día de hoy y vaya a tener lugar en la oficina electoral.

Se trata por tanto de dos concepciones muy diferentes y la que incumbe al argentino plantearía sus incertidumbres. Una, vinculada a su condición de inquilino del banquillo, en la hipótesis de que no acierte o los resultados sean adversos. Solo rendiría cuentas ante la directiva y si esta le destituye ¿afectaría a su otro desempeño, escogería él a su sucesor? Por no hablar de la amplia cuota de poder que acapararía alguien que en cada destino (Athletic incluido) ha ido dejando un nítido rastro de su controvertida personalidad. No es gratuito que Arechabaleta aluda al tema asegurando que Bielsa se ha atenuado respecto a su anterior estancia por aquí.

El plan de Arechabaleta (con el asesoramiento y la mano de Amorrortu en el diseño del organigrama de Lezama) encaja con su idealización de Bielsa. En campaña ha reiterado que nos "regaló la mejor temporada del siglo", pero omite que también dirigió una segunda muy gris, que en ninguna el equipo dio la talla en liga o que sus finales fueron sendos fiascos. La gente recordará el follón que montó con las obras de Lezama y quizá olvidará su negativa valoración del recién fichado Aduriz, pero los roces y la polémica nunca faltaron. En realidad, hubo bastantes incidentes que si no adelgazaron el halo de Bielsa fue porque no trascendieron, sencillamente.

Lo llamativo de estas elecciones marcadas en buena parte por mensajes reivindicando lo transformador, el cambio, la necesidad de avanzar hacia nuevas formas, no quedarse anquilosado, varado el club en los usos antiguos y consignas similares, sería que las dos alternativas definitivas para el banquillo masculino procedan del pasado. Bielsa estuvo hace una década, Valverde antes y después de Bielsa. Parece contradictorio, especialmente por lo que atañe a Uriarte, quien tanteó en vano a Brendan Rodgers, Marco Rose, Paulo Fonseca o De Zerbi, para finalmente recurrir a Valverde, sabiendo que Barkala ya le había contactado. Acaso por previsión ante la delicada situación contractual de Pochettino en el PSG, convertida en una pega insalvable a la postre, Barkala pulsó a Valverde y este le dio el OK, aunque prefería no intervenir en campaña. Sus dos años y medio de receso pueden derivar en un tercer turno en el Athletic porque si algo transmite es equilibrio y los logros le avalarían, más si cabe con la perspectiva que concede un lustro de sequía.