La de Macron es una experiencia para aprender. El presidente francés fue elegido por su ciudadanía para contener a Marine Le Pen en las presidenciales pero no seduce su gobernanza y deberá cohabitar. Macron ocupó ese idílico espacio con su movimiento transversal que minimizó al socialismo y republicanismo moderados. Alcanzó notoriedad como ministro de Hollande para abjurar luego del socialismo. Le salió de perlas pero ya no le da para ir solo. Debió equilibrar el país por el centro pero los extremos -Mélenchon y la propia Le Pen- le achican espacios. Pero el centro existe.
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