CCIDENTE no parece que tenga un interés especial en conseguir a corto plazo la paz en Ucrania en la medida en que no hace sino enviar armas, municiones, instructores pertrechos a Ucrania, con el fin de que no corra peligro alguno de apagarse una guerra de desgaste. El pretexto es que Zelenski se defienda de la agresión rusa.

El papa de Roma por su parte acaba de decir que esta guerra podía haberse evitado o cuando menos que quien la maneja no hizo nada o muy poco para evitarla, y algo más grave, que sus beneficiarios son los fabricantes de armamento de último diseño y que Ucrania sirve para probar este; algo que ya sucedió en otras guerras. Apunta el papa una información reservada según la cual la OTAN hizo todo lo posible para que la guerra se produjera ladrándole a Rusia en la puerta de su casa, algo que al Kremlin le resulta intolerable. Así las cosas y como la idea madre es que hubo una invasión injusta, inexplicable y caprichosa, como la que practicaron los Estados Unidos en Irak, aunque con un resultado menos espectacular para el invasor en este caso, el invadido recibe a diario todo tipo de armamento para acabar con el invasor en beneficio a corto plazo de la OTAN, los Estados Unidos y una Europa que nos tiene que contar un cuento nuevo para convencernos de su independencia y soberanía. Hay que aplastar al invasor y obligarle a retirarse del país invadido, que ya estaba en guerra desde 2014. Hay que armar el fortín legal sobre los crímenes de guerra cometidos y sobre las fosas comunes que apuntan a ejecuciones masivas que no admiten prueba en contra. No hay otra información que la muy multiplicada, por todos los medios, de los estados mayores de Ucrania y del apretado racimo de sus aliados, bajo el paraguas de la OTAN o por libre. Las voces disidentes se reputan de inmediato como pro-Putin o pro-Rusia que es peor, obviando que hay una población rusa que no está con la guerra, por no hablar de una cultura que se ha demonizado de pronto a niveles inconcebibles.

Y a propósito de crímenes de guerra y su relación con los cañones. El mayor perpetrador de crímenes de guerra, los Estados Unidos, ha conseguido la extradición de Julian Assange con el fin de procesarlo, maltratarlo y encarcelarlo de por vida por haber descubierto la cara oculta de ese país que funge de paladín de las democracias y oculta que es un provocador de desórdenes y de crímenes impunes allí donde arma guerras injustas y de invasión. Los crímenes de guerra existen si se habla de ellos, no si son ocultados y hurtados a los mismos tribunales internacionales que ahora mismo son azuzados contra Rusia. Wikileaks sirvió para probarnos de manera cumplida que los poderes occidentales están sustentados en el crimen de Estado y en canalladas inenarrables. Su información era contra el engaño sistemático de la ciudadanía. Podías creerte lo que te mostraban o no, pero lo publicado ahí queda como un monumento a la información veraz, más allá de esa marranada de los secretos de estado y sus conveniencias... ¿Qué futuro le espera a Julian Assange en manos norteamericanas? Feo.

Y a propósito de conveniencias, está visto que al Gobierno español no le conviene incomodar al polaco con el asunto de la arbitraria detención y encarcelamiento preventivo de Pablo González y su insuficiente atención diplomática. Al revés, por acción u omisión ha contribuido a expandir insidiosas sospechas sobre el detenido.

Aquí no cabe el algo habrá hecho, sino la denuncia firme frente a un país que en otros momentos ha hecho méritos para ser expulsado de la Unión Europea. Un silencio, el del miedo, que no tiene en otros lugares, como por ejemplo Argelia, a quien en defecto de ETA ha acusado de bailar al son del pandero moscovita. ¿Qué futuro le espera a Pablo González en manos de un país, Polonia, cuyo sistema jurídico ya estaba en tela de juicio antes de que empezara la guerra? Sombrío, a no ser que se produzca una firme intervención política por parte española y una defensa mayoritaria de la prensa nacional en defensa de Pablo González y en contra de la política represiva de Polonia que la acogida de refugiados ucranianos no puede enjuagar. l