N este punto de la campaña, a ver quién es el guapo que se atreve a emitir un pronóstico. Hay tiempo por delante para que se produzcan novedades de suficiente entidad para influir en el ánimo del socio, iniciativas con gancho al estilo de la que, por ejemplo, representa la elección de Marcelo Bielsa. Es lo previsible, aunque solo sea porque hay dos planchas que aún no han desvelado la identidad del entrenador del primer equipo; en realidad, una de ellas no ha dado a conocer una sola persona que vaya a asumir cargos de responsabilidad.

Se entiende que será a partir del lunes cuando Uriarte vaya desvelando su listado de especialistas del área deportiva, así lo anunció en la noche del miércoles. Tras permanecer desaparecido casi una semana, justo desde el día de la oficialización de los candidatos, es decir sin haber comparecido precisamente en el tiempo supuestamente idóneo para contar cosas, Uriarte tuvo a bien desgranar sus objetivos en las diversas áreas. Costó seguirle porque a fin de compensar su dilatado silencio ¿táctico? trató de aprovechar para contar cuanto tenía que contar de un tirón, lo cual no suele ser el mejor método si realmente interesa que la gente se empape. Pero claro, condensó en 40 minutos el equivalente a la información que Barkala y Arechabaleta han ido ofreciendo de manera dosificada, en diferentes actos y con alternancia de protagonistas en las exposiciones.

Es obligado extraer dos perlas del regreso del candidato más joven. Pero antes cómo no comentar “la crisis” que confesó ha afectado a su equipo hasta el punto de cuestionarse continuar en la carrera electoral. El argumento que Uriarte empleó para justificar la duda existencial de los suyos no es nada original, puesto que lleva desde el primer día poniéndose la venda a cuenta del castigo que asegura recibir en forma de ataques procedentes de “todos los medios y todas las plataformas”. Por supuesto que los recibe, como la gente de las otras dos candidaturas, igual, igual, con la diferencia de que estas no lo utilizan a su favor en plan victimista, un papel que, por reiterativo, ya cansa. Además, resulta curioso que un grupo tan amigo de los actuales canales de comunicación, de repente se sorprenda de la invasiva existencia de insultos, amenazas y agravios volando por el espacio. No es menos curioso que un aspirante a presidente del Athletic

Las perlas. Una, habiendo escuchado por activa y pasiva, de su boca y de la de alguna de sus colaboradoras que lo nuclear es el proyecto, no los nombres, ahora, según el líder de Izan Athletic, “los procesos de transformación los realizan las personas, no las ideas”, por lo que promete contar con “los mejores profesionales”. Dos, sostiene que su “proyecto parte de un detallado diagnóstico del club sin pertenecer a él”, lo que ya suena un tanto pretencioso, pero nada comparado con lo que añade: “por tanto, en los primeros 180 días realizaremos una auditoria para confirmar nuestras hipótesis y validar nuestras soluciones”. No serían seis meses para conocer de primera mano las entrañas del Athletic, sino para confirmar lo que desde fuera ya habían intuido mientras, de paso, llevan con mano firme las riendas de la entidad, claro.

Sin habilidades adivinatorias, valorar las opciones de éxito de un programa, el que sea, sale gratis. Tanto que hasta a uno cuasi misterioso y metido con calzador porque se diría que a los autores su difusión no les preocupa en exceso, se le ha de conceder un margen de éxito. Antecedentes al respecto hay, ambiciosos y originales proyectos que durante el mandato se fueron al limbo, pero es obvio que las planchas catalogadas como tradicionales, por oposición a la modernidad que atribuyen a Uriarte, han tenido la natural deferencia con el socio de hacerle llegar, mascado y con margen para el análisis y la comparación, el resultado de un trabajo colectivo, material para que ejerza su derecho con las mayores garantías. También nombres.

Entre estos, con diferencia el de Marcelo Bielsa triunfa por su sonoridad e impacto. Su pasado en Bilbao constituye un reclamo para un sector de la afición en el que se integra Arechabaleta, quien busca reeditar unas sensaciones determinadas que guarda cual tesoro en su fuero interno. La pega del rosarino es que su perfil tremendista, dentro y fuera del campo, aconseja poner en cuarentena la fiabilidad del recuerdo feliz cuya paternidad se le adjudica. Sería, cómo enunciarlo, el peaje que abona la persona controvertida, que construye un personaje a partir de dicha característica, algo que no siempre alienta la armonía. Ahí está su larga trayectoria como prueba.

Los tradicionales han tenido la natural deferencia con el socio de hacerle llegar el resultado de su trabajo