Ahora que se acaba el llamado "voto rogado" -ese anacronismo que obligaba a los residentes en el extranjero a pedir su derecho a ejercerlo en lugar de verlo reconocido de oficio- se va a poner de moda rogar el voto. Lo hace Inés Arrimadas en Andalucía, en ese proceso largo y penoso hacia la irrelevancia, aunque cayendo de más arriba, que sigue Ciudadanos (C's) como ya siguió UPyD. Pide "un puñadito de votos" de los que irían al PP porque, dice, a este no le suman más y si se los dan a C's reedita gobierno. Un socio doméstico apetecible pero aquí, más que la silla, C's se juega la existencia.