Avales y sentimientos, por José L. Artetxe
Lo llamativo, más que el hecho de quedar primero en ese contraste orientativo, fue que se disparase por encima de las seis mil firmas
EL nombramiento como candidatos de los tres socios dispuestos a presidir el Athletic se materializó en la tarde de ayer jueves. La Junta Electoral certificó que habían reunido un número de firmas de socios superior al exigido, por lo que sus nombres figurarán en las papeletas que el día 24 se someterán al escrutinio de las urnas. No hubo sorpresa. Se presumía una carrera hasta el final con tres aspirantes. En adelante, metidos ya en harina con todas las consecuencias, irán descubriendo sus cartas para dar vuelo a una campaña que hasta ahora apenas ha proporcionado aspectos noticiables.
Desde su salida a la palestra, los presidenciables se abonaron a la discreción. Optaron por hacer poco ruido con la disculpa de que aún era muy pronto para desvelar objetivos, proyectos e identidades, tanto de los miembros de la plancha como de los profesionales que tenían en cartera. Se limitaron a ofrecer el perfil bajo que corresponde a una actitud contenida. Sí se dieron a conocer en el plano personal a través de múltiples entrevistas, pero apenas soltaron prenda de su programa, el meollo, lo que realmente interesa al socio.
Embarcados en la tarea de lograr firmas, un trámite considerado arduo por quienes han participado en el mismo en anteriores electorales, los días transcurrieron lentos, anodinos en general, pese a que no faltaron pullas que contravenían los deseos de armonía y limpieza en campaña expresados a cada rato. Las típicas indirectas que se dejan caer como quien no quiere la cosa. Ya se sabe: algo siempre queda cuando se emite un mensaje. También se asistió a meteduras de pata: unas provocadas por el afán indagatorio de la prensa; otras, fruto de los nervios de quien de repente se somete a una exposición pública constante.
La relativa calma vivida desde la jornada en que la directiva de Elizegi anunció la fecha de las elecciones duró hasta el pasado sábado, ultimo día para la entrega de firmas. Los tres precandidatos salvaron el corte con holgura, pero las distancias abiertas entre ellos a cuenta de la cifra de avales que remitió cada uno pillaron al personal con el pie cambiado. Jon Uriarte se apuntó el éxito con una recolecta concluyente. Remitió casi dos mil más que Ricardo Barkala y tres mil más que Iñaki Arechabaleta.
Lo que de veras llamó la atención, más que el hecho de quedar primero en ese contraste orientativo, fue que se disparase por encima de las seis mil firmas, un registro muy elevado. Y es que, además de ponerse manos a la obra más tarde que las otras candidaturas, Uriarte transmitió que le estaba costando cumplir el requisito. El martes anterior, incluso su familia solicitó ayuda en las redes. El viernes, el contador que iba registrando las firmas reunidas estaba por debajo de las tres mil, si bien a última hora ya alcanzaba las cuatro mil, que a media tarde del sábado, eran 6.254.
Impresionante. Se mire como se mire. "No sé cómo se puede conseguir ese número en tan poco tiempo", señalaba Arechabaleta. Resulta fácil suscribir su extrañeza. Incluso dando por buena la hipótesis de que con los datos y las peticiones salidas de su entorno, Uriarte estuvo jugando al despiste hasta la misma víspera de la entrega. Por su parte, Barkala eludió cualquier polémica y se remitió al pronunciamiento de la Junta Electoral previsto para ayer jueves.
Los sentimientos de perplejidad y escepticismo generados por el episodio en cuestión están bastante más extendidos en la calle de lo que pudiera parecer si solo se atiende a la reacción de los rivales de Uriarte. Se diría asimismo que el propio Uriarte estaba deseando pasar página: teniendo la posibilidad de capitalizar la comunicación de la Junta Electoral para luego, una vez oficializada, proceder a la presentación de su plancha al completo, prefirió anticipar en 24 horas dicha comunicación.
"Si fuese un votante miraría quién está detrás de esos avales o quién los pone. Nosotros somos un grupo independiente que no tenemos a nadie detrás". Al leer esta frase, provista de una potente carga de profundidad, cabría pensar que surge de alguna de las candidaturas que se hallaría retrasada con respecto a la encabezada por Uriarte. Bueno, pues, qué va. Es de la cosecha particular de Uriarte y cuando menciona los avales se refiere al porcentaje del presupuesto del club que depositaría la directiva entrante. O sea, habla de dinero, no de las firmas, pero es obvio que con la reflexión quiere reivindicar la pureza de su candidatura, a pesar de que la pregunta del entrevistador en absoluto le empuja a hacerlo.