Frente a esta agresión ilegal, ilegítima y criminal (no es una mera gradación con fines estilísticos, cada calificativo tiene aquí un sentido preciso), el agredido conserva "el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva", (Carta de la ONU) y solo al agredido corresponde decidir si quiere ejercerlo, pagando un precio por ello. Frente a quienes le dijeron a Ucrania que mejor era rendirse y someterse a la voluntad del poderoso, que resistir era un derramamiento de sangre inútil, que nada podía hacerse y que era mejor claudicar para no ofender o irritar al agresor y evitar así que su ofensiva fuera más cruel, el país decidió defenderse. Y cien días después, para sorpresa de todos, parece aguantar. Yo nunca osé en estas páginas decirles a los ucranios lo que debían hacer, pero sí respeto su decisión. Y una vez que ellos han decidido que quieren defenderse, entre el agresor y el agredido no tengo dificultad en tomar partido, entre el crimen y el derecho no tengo duda.

Estos cien días han cambiado la ONU y han cambiado Europa. Las primeras ministras de Suecia y Finlandia tocan a la puerta de la OTAN. No se trata de una provocación ante Rusia, sino de una necesidad de protegerse colectivamente ante un agresor más fuerte que ha decidido romper las reglas de la convivencia entre estados en Europa. La primera ministra de Dinamarca ha liderado otro cambio histórico: la incorporación de su país en las estructuras defensivas comunes de la Unión. Las ministras alemanas de Exteriores y de Defensa (verde y socialdemócrata) han conducido otro giro importante de la política exterior y militar de su país para fortalecerse ante las nuevas amenazas.

Todavía me acuerdo de un meme muy machista que se difundió por las redes durante los primeros días de la guerra. En un lado aparecía, en uniforme militar y con gesto de malo de película, el ministro ruso de defensa lleno de medallas. En el otro lado, las fotos oficiales de seis ministras de Defensa europeas, vestidas de civil y con rostros relajados y amables (la foto de sus homólogos hombres no aparecía). La intención de quienes lo difundían era clara: frente a un hombre duro con estética militar, ese grupo de mujeres no podría liderar con garantías la defensa europea. Estamos abocados a la derrota. Hubo otro meme con la misma idea adaptada al caso español con una foto poco agraciada de la ministra de Defensa. Hoy estas mujeres siguen al frente de sus responsabilidades y el ministro ruso lleva un par de meses políticamente desparecido.

Otras ideas, con mayores o menores paralelismos, que provienen de una tradición más de izquierdas, defienden que no está en la naturaleza de la mujer hacer la guerra y cuando le toca hacerla casi parece como que dejara de operar como mujer: "No me sirve el ejemplo de Golda Meir o Margaret Thatcher: son mujeres hechas a la medida de los hombres, que los imitan", dice una conocida intelectual.

Esta guerra ha sido provocada por un hombre que gobierna un régimen profundamente machista. Ante esa realidad las primeras ministras sueca, finesa y danesa, y las ministras de Defensa española, belga, francesa, holandesa o alemana -y tener que decirlo a estas alturas da mucho rubor- han respondido, como cualquiera, desde su identidad, con la determinación impuesta, supongo, por su conciencia y su responsabilidad, sin hacerse a la medida de otros o imitar a nadie. l