E tenido la oportunidad de entrevistar al alcalde de Oporto, Rui Moreira, el abanderado de la idea de creación de Iberolux, como asociación entre España y Portugal, al estilo del Benelux ?-Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo-. El regidor de la segunda ciudad portuguesa, patrimonio de la Humanidad y una de las ciudades con más historia de Europa, es un político independiente que lleva casi una década al frente de la Cámara de Porto, desde que en 2013 ganara las elecciones municipales. Su planteamiento es muy simple: en España y Portugal se entienden perfectamente; España y Portugal tienen objetivos comunes en Iberoamérica y españoles y portugueses conviven por la cultura, el turismo y el comercio. Sobre estas bases tendría sentido construir una asociación ibérica más profunda. La suma de los dos Estados -47,5 millones de habitantes y 10,3 millones Portugal- situaría a Iberolux por encima de Italia, solo por detrás de Alemania y cerca de Francia. Cifras que serían similares respecto a la suma de los PIB.

El plan de Rui Moreira se fija en el acuerdo de cooperación intergubernamental entre Bélgica, los Países Bajos y Luxemburgo, conocido como Benelux. La entrada en vigor en 1960 del Tratado por el que se establece la Unión Económica del Benelux de 1958, hace que la Unión Aduanera sea reemplazada por la Unión Económica del Benelux, con la que se le da un nuevo empuje a la Unión y se da un paso y un ejemplo para la formación de lo que será la Unión Europea. Se dice que el Benelux es el primer gran tratado económico en Europa y por lo tanto es uno de los ancestros de los tratados modernos, en los cuales está incluida la UE. La nueva cooperación Benelux se centra en tres temas principales: el mercado interior y la unión económica; la coordinación estratégica y Justicia e Interior. Otra de las novedades del Tratado de 2008 es que el número de instituciones existentes se redujo y simplificó, de tal manera que quedan cinco instituciones del Benelux: el Comité de Ministros del Benelux; el Consejo de Benelux; el Parlamento del Benelux; el Tribunal de Justicia del Benelux y la Secretaría General del Benelux.

Los últimos acontecimientos relacionados con la crisis energética, derivada de la agresión de Rusia a Ucrania, han supuesto una nueva manifestación de la natural convergencia de intereses de los países ibéricos. La península se torna "isla energética", debido a las escasas interconexiones con el resto de Europa. Una cuestión de la que los gobiernos se han quejado en los foros europeos en diversas ocasiones. Paradójicamente esta situación, en las actuales circunstancias, supone una ventaja dado que Iberia prácticamente es independiente del gas ruso. El gaseoducto con Argelia nos otorga cierta seguridad de suministro, pese al cierre del ramal que pasaba por Marruecos. Las siete plantas de regasificación de la Península (Bilbao, Mugardos, Huelva, Cartagena, Sagunto, Barcelona, y Sines) además de puertos tan estratégicos para el suministro energético como el propio Sines, junto con la capacidad de generación de energía de fuentes renovables, nos colocan en una situación privilegiada. En este contexto cobra especial fuerza la propuesta de Iberolux.

Se trataría en primer lugar de crear una serie de instituciones hispano-lusas que garanticen la coordinación estratégica de ambos Estados en sus posiciones en la UE. Ir de la mano significa tener posiciones comunes en las cuestiones que se deciden en Bruselas. Pero además, esa cooperación se plasmaría en la propia península ibérica con una administración más lógica de recursos naturales, económicos y de infraestructuras. En definitiva, el objetivo es ser más eficientes en conjunto y planificar de forma más inteligente las inversiones públicas ibéricas. Y, en el fondo, esta idea de Iberolux tiene una misión fundamental: conocernos más y mejor. Tras siglos de vivir de espaldas con una frontera casi impermeable, la realidad europea ha diluido los límites y, hoy por hoy, de norte a sur de la frontera entre ambos Estados, se vive una realidad fluida de profundas relaciones. Queda, sin embargo, mucho por hacer en educación, turismo, cultura, el conocimiento mutuo de las dos lenguas y un largo etcétera de apartados en los que cooperar con más intensidad. Los dos pueblos tienen clara la visión y están por la labor. Ahora solo queda que los políticos se sienten e impulsen la idea para que España y Portugal estén más cerca. l