OS precios continúan sin dar tregua a los hogares y las empresas. El encarecimiento generalizado de productos y servicios, que acumula ya más de un año de subidas, parece no tener fin y está impactando fundamentalmente en los sectores más vulnerables de la población. El avance de la inflación de mayo difundido ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) es, nuevamente, muy preocupante. Según este dato, el ligero descenso del IPC registrado en abril (8,3%) y que supuso un pequeño respiro en la constante subida de precios no ha tenido continuidad y la inflación ha repuntado hasta el 8,7%, debido especialmente al encarecimiento de los carburantes y los alimentos. Es decir, productos básicos para la gran mayoría de la ciudadanía. Si bien es cierto que se está produciendo una lenta desaceleración en la escalada -baste recordar que el IPC rozó el 10% en abril (9,8%)-, la situación está revelando que las medidas adoptadas por el Gobierno para frenar los precios no está surtiendo los efectos deseados, al menos al nivel necesario. Aunque el Ejecutivo insiste en que las medidas de respuesta al impacto de la guerra están “limitando” el alza de los precios, lo cierto es que algunas de estas decisiones se están relevando insuficientes o, en algunos casos, ineficaces. El precio de la gasolina, por ejemplo, está registrando nuevos récords históricos, situándose en 1,94 euros el litro. Es un ejemplo claro de que la subvención de 20 céntimos por litro de combustible aprobada por el Gobierno no solo ha beneficiado de manera especial a quienes disponen de mayor poder adquisitivo sino que ha tenido un efecto rebote mediante el que el sucesivo incremento de precios ha absorbido gran parte de la ayuda, limitando su impacto. Con todo, el dato de la inflación subyacente (la que no tiene en cuenta los alimentos frescos ni la energía), que aumenta hasta el 4,9% -su valor más alto desde hace más de 27 años- es indicativo de que las consecuencias del aumento de precios son generalizadas para amplias capas de la población. A la espera de que Bruselas apruebe de manera definitiva el tope de gas por la excepción ibérica, el Gobierno parece no tener capacidad de reacción para inducir un cambio de tendencia. Todo indica que los altos precios se mantendrán durante todo este año, lo que puede dar al traste con la recuperación.