AY que respirar aliviados porque dentro del catálogo de usos y costumbres exportados desde Estados Unidos no haya llegado una corriente impulsada desde el lobby de las armas para levantar las restricciones. ¿Qué sabía un vasco hace 30 años de centros comerciales o de comida rápida? Ocurre con las armas, sobre todo las automáticas, que siempre parece que se utilizan contra las personas equivocadas. Y cuando son niños se descarga un electroshock colectivo, que, como todo lo que tiene naturaleza global, afecta a las personas en diferentes medidas y algunas ni les llega. Así que no es extraño que dramas como el de Uvalde no generen un debate interno en el país para poner fin a la barra libre del disparate balístico. Al contrario, lo normal es que un expresidente, que antes y después es un bocazas, recete más armas. Y que, en cambio, el entrenador de un equipo de baloncesto demuestre un sentido común de sobresaliente. No es que haya que esperar mucho de los políticos y poco de los deportistas, en general y en particular en Estados Unidos. Lo que pasa es que sorprende la coherencia que expresa el personaje público que no tiene responsabilidades de gestión y la incongruencia que suena de la voz de quien tuvo en sus manos el botón rojo nuclear. Tal vez sea un síntoma de la inmadurez de la sociedad en la que tanto nos fijamos y vemos como una referencia a seguir.