Imprescindible el tratamiento paliativo del momento de crisis que aprobará hoy el Consejo de Ministros y que Pedro Sánchez podría, y debería, haber eludido anticipar para su mayor gloria. Le resta seriedad, aunque no importancia, el barniz de dádiva que el presidente español le da a todo lo que anuncia, y que no deja de ser su trabajo. Pero bienvenidas las medidas en todo caso porque atenuarán el dolor inmediato, aunque no salvarán, por si solas, la vida al enfermo. Para eso hace falta un mayor vigor en las iniciativas estructurales. Que se le siguen pasando meses al año del renacer y el pulso de la criatura sigue débil.