OS testimonios de los refugiados ucranianos que llegan a Euskadi son estremecedores. Es la población civil, las víctimas de la invasión y los bombardeos, la que habla. Sin filtros. No saben de diplomacia, ni siquiera de la de "precisión", ni de geoestrategias. Saben que sin comerlo ni beberlo y pese a decir "no a la guerra", están en guerra. Saben que la alarma de su móvil les avisa cada cinco minutos de un posible ataque. Saben de sus familiares y vecinos muertos. Y siguen pensando que están abandonados a su suerte, aunque les acojamos con todo el amor del mundo.