AS columnas de soldados de nuevo han invadido un país europeo. Otra vez los aviones han bombardeado ciudades y matado a civiles. Una vez más, las palabras indignas de asegurar la paz y la seguridad matando gente se han escuchado en Europa. Y lo peor no son los muertos. Lo más terrible son las despedidas de los padres y madres de sus hijos e hijas, para ponerlos a salvo en otras ciudades y países. Lo peor son las familias rotas y los miles de personas que deberán escapar de la guerra.

La historia se repite. Se ha demostrado de nuevo que una potencia puede atacar como un relámpago e invadir un gran país. Sucedió con Polonia y con Francia. Ahora es Ucrania. No puedo sentir más vergüenza del género humano. Yo te maldigo, Vladímir, por tu soberbia sobrehumana, por tu idea de la grandeza y por tus deleznables argumentos para esta invasión. Tu sentido de la seguridad es insano, enfermo, incompatible con la coexistencia pacífica de los pueblos del mundo. Tienes miedo de la OTAN, tienes miedo de la Unión Europea, tienes miedo de las elecciones libres y de los periodistas que hacen su trabajo de contar la verdad. Y pretendes tapar tu miedo con tus tanques y cañones. Has recordado que Rusia es un gran país. ¡Claro que lo es! Rusia es tan grande que ha sobrevivido a muchos zares, a Stalin y también te sobrevivirá a ti. Vladímir, también has recordado que Rusia es una de las principales potencias nucleares. ¡Claro que sí! Pero invocar tu ejército y su capacidad de destrucción no es ningún argumento racional ni implica tener razón.

¿Qué debemos hacer ahora? ¿Dejar hacer, es decir, no hacer nada? ¿Qué esperas de Europa? ¿Sentir nuestro miedo, deleitarte con nuestra inacción, subirnos el precio del gas, que necesitamos para calentarnos este invierno?

En tu cálculo, Europa no hará nada, porque es débil, porque tiene miedo y porque carece de valor. Vladímir, en esto no te falta razón. Europa se ha convertido en un área de comercio, en una sociedad eternamente insatisfecha en la que nuestra gloria -una sociedad de bienestar, en la que todos (el Estado) cuidamos de todos-, ha dejado paso a una sociedad de egoísmos individualistas.

Europa es pequeña, formada por países pequeños, con miras pequeñas y liderados por personas pequeñas. Si este es tu diagnóstico, enhorabuena. Veo que nos conoces bien. Lo que pasa es que, si este es tu diagnóstico, algo no cuadra. ¿A qué viene tanto temor? ¿Por qué esa constante reclamación de seguridad? ¿Qué daño podría hacer esta pequeña Europa a la Gran Rusia?

Son tus acciones, Vladímir, no tus palabras, las que muestran la verdadera cara de Europa. La misma que percibió, y temió, Donald Trump. La misma cara que tanto teme Xi Jinping. En Europa, a pesar de nuestros problemas, se vive bien. La gente se siente libre de decir lo que piensa, puede pasear tranquilamente por las calles, votar o amar a quien le dé la gana, ir a la iglesia o a la mezquita, o no hacerlo. Nadie muere de hambre en Europa. Si sufres una enfermedad o un accidente, te atienden tengas o no seguro médico.

Por eso hay millones de personas que quieren venir a vivir a Europa, y países que desean formar parte de la Unión Europea. Europa ha dejado de lado su seguridad. Es una mezcla de irresponsabilidad y de ética, de memoria y de olvido. Después de las matanzas atroces de 1914-1945 Europa ha aprendido algunas cosas. Cosas que Rusia también debería haber aprendido mejor que nadie, puesto que nadie perdió más vidas que Rusia. Pero no voy a ser tan estúpido como para confundir al presidente de Rusia con el pueblo ruso. He visto decenas de personas rusas que apoyan el ataque a Ucrania, pero también he visto miles manifestándose en contra de esta barbarie. Vladímir, dices todo el rato que Rusia te apoya. Entonces, ¿por qué has prohibido las manifestaciones? ¿No quieres que millones de rusos salgan a jalearte? O, más bien, ¿temes lo que la ciudadanía rusa pueda decir en las plazas y con sus pancartas?

Contigo Rusia no es fuerte, Vladímir. Actúa como un matón en el recreo, abusando de los más débiles. ¿Y qué esperas de los demás? ¿Qué hagamos como si no pasase nada? ¿Debemos permitir que invadas a tu antojo aquellos países que según tu criterio tengan problemas con Rusia o, directamente, que consideres parte de Rusia? ¿Permitirás la autodeterminación del pueblo checheno? ¿Reconocerás al pueblo kurdo? ¿Elevarás la voz en defensa del pobre Tíbet, invadido por el país de tu nuevo amigo Xi Jinping?

Denuncias, con mucha razón, la hipocresía de Occidente. Pero tú no eres mejor. Toda tu estirpe de líderes debéis ser apartados de la historia. Sois la mayor amenaza para la humanidad. Apenas estamos comenzando a salir de una terrible pandemia, la economía mundial está muy dañada y millones de familias lo están pasando mal, los efectos del clima están siendo devastadores y comienzan a ser visibles en todos nuestros países, hay millones de personas que emigran para buscar un futuro mejor para sus familias... Y tú, Vladímir, temes a la débil Europa y estás aterrorizado por el ejército de EE.UU. Solo cuando el presidente norteamericano dejó claro que no enviaría su ejército a Ucrania, te has atrevido a invadir a este desventurado país. Qué valiente eres...

En fin, no soy estadounidense, y no comprendo bien sus circunstancias. Soy europeo, y como tal voy a hablar. Creo que es la hora de que despertemos. No toleraré que nadie en mi presencia quite hierro a esta invasión, porque yo sí recuerdo lo que sucedió en Europa entre 1914 y 1945, y lo que sucedió entre 1945 y 1989. Pero sobre todo quiero recordar lo que los europeos fuimos capaces de hacer en 1950 y en 1992: unirnos. Como no hemos aprendido lo suficiente del 1 de septiembre de 1939, con la invasión nazi de Polonia, confío en que aprendamos de este 24 de febrero de 2022. Debe ser nuestro Pearl Harbour. Debe ser el momento en el que Europa sea consciente de que su diagnóstico de la realidad es completamente erróneo. Alguien dirá: ¡No se puede comparar Ucrania con Pearl Harbour, no es territorio propio! Pero se equivocan: Ucrania es Europa, es un país que tiene derecho a vivir como le plazca y, si cumple los mismos requisitos que el resto (democracia, derechos fundamentales), tiene perfecto derecho a entrar en la Unión Europea si así lo desea.

Ahora mismo Europa no tiene la capacidad, ni la determinación, de defender a Ucrania por la fuerza. Probablemente tampoco sería la solución, aunque sería bueno recordar que cuando la Unión Soviética amenazaba a Europa occidental, nuestros Estados no se conformaron con las promesas de EE.UU. de liberarnos si éramos atacados... Exigimos tropas y una defensa activa, y creamos la OTAN. No nos pareció aceptable tener que sufrir la invasión y esperar pacientemente unos años a ser liberados por las tropas norteamericanas. Deberíamos recordarlo.

En cualquier caso, más allá de que sea justo o no, la defensa militar activa de Ucrania ahora no es una opción disponible para la UE. La respuesta de la UE debe ir a la causa estructural, profunda, del problema. Debemos fijarnos en la luna y no en el dedo. El dedo apunta a Ucrania, pero la luna indica que Europa es débil, que no está suficientemente unida, que todavía, a pesar de algunos avances, no es capaz de actuar rápido y con una sola voz. Pero aquí hay que ser absolutamente claros: Europa no actúa porque los gobiernos de los estados no le dejan. Repito: son los Estados, que no son capaces de actuar por sí mismos, quienes tampoco dejan que lo haga la Unión.

Los veintisiete gobiernos de los Estados de la UE siguen hablando de soberanía, y bla, bla, bla. ¿Qué soberanía? ¿Como la de Ucrania, que es formalmente soberana, pero ha sido invadida? ¿La de Alemania, nuestra gran potencia económica, que está siempre temerosa de no tener gas ruso o de perder ventas de lavadoras y automóviles? ¿O se refieren a la soberanía de Francia, nuestra única potencia nuclear, que habla de grandeza pero que acaba de salir corriendo del Sahel y no está dispuesta a mover un dedo, menos aún durante la campaña electoral...?

Europa debe unirse en serio, o dejar de quejarse y aceptar un futuro de subordinación a Washington, Moscú y, cada vez más, Beijing. Nuestros pequeños líderes deben ampliar sus horizontes y multiplicar su determinación... o apartarse y dejar que alguien más capaz tome el relevo. Europa necesita una defensa común, una política exterior en los principales asuntos también común, y también crear de una buena vez una Unión Europea de la energía. Y por encima de todo, debemos defender con nuestras vidas el derecho de todos los pueblos europeos a ser libres. De lo contrario, correremos el riesgo de ser el siguiente en ser invadido.

A modo de esperanza podemos recordar las palabras de Bertolt Brecht: "¿Ves esa dulce agua en movimiento? Vence a la roca con el tiempo. ¿Comprendes? Los fuertes son vencidos...". Ánimo, Ucrania, y perdónanos. * Profesor de Relaciones Internacionales (UPV/EHU)