EL efecto de la inercia positiva que impulsa al Athletic de dos meses para acá se nota. No todos los años San Mamés encadena, y menos de manera tan seguida, triunfos tan vistosos e incontestables contra Barcelona, Real Madrid y BarcelonaReal MadridReal Sociedad Ganar en casa a adversarios de semejante talla enciende los ánimos, crea una atmósfera singular, sirve para renovar la identificación con el equipo. En un contexto así, la afición incluso transige con tropiezos que en otras circunstancias recibe con irritación, tiende a ser condescendiente ante pifias del estilo de la registrada en Mallorca. La línea que describen los últimos éxitos compensa ampliamente los pecadillos, a la vez que alimenta las expectativas más optimistas. Existen argumentos fundados para confiar en que el Athletic sabrá responder a los retos que le esperan, en particular los que asoman a la vuelta de la esquina, y que dará la talla a lo largo de los tres meses que conducen al final de la temporada.

Su comportamiento reciente alimenta la ilusión de la calle. Entre pitos y flautas, el Athletic ha ido elevando el tono de sus prestaciones para demostrar que sí puede asimilar las exigencias de un calendario denso y plagado de compromisos de envergadura. Le ha cogido el tranquillo a esa cadencia que impone disputar cada poco tiempo un compromiso entre semana, tal es la sensación que se extrae a partir de una gestión por parte de Marcelino que viene a reflejar la auténtica amplitud de la plantilla. Era una cuestión pendiente de abordar y una de las causas de que hubiese dudas en torno al potencial del colectivo.

Utilizar más jugadores con asiduidad no sería el único avance detectado. También ha quedado claro que el equipo da lo mejor de sí mismo cuando tira para adelante, va a por el partido, exprime su exuberancia física en clave ofensiva. Rentabiliza la ambición, no le sienta bien contemporizar. Le conviene soltarse y mucho, aunque en ocasiones se le nuble la vista e incurra en la precipitación o se bloquee. Puede permitírselo mientras sea consciente de cuál es su personalidad. Se trata de ser consecuente, de hacer aquello que le sale de dentro porque cualquier otra concepción del fútbol le resta entidad, rebaja considerablemente sus probabilidades de éxito. El Athletic es peligroso si es incómodo, pesado, valiente, solo así eleva su índice de acierto y oposita al objetivo que se ha marcado.

Dicho todo esto, resulta que el domingo el Athletic acude al Camp Nou. Le recibe un Barcelona que tres días antes, el jueves, tiene una final ante el Nápoles en el Diego Armando Maradona Stadium, nada más y nada menos. Pone en juego su continuidad en la Europa League, a día de hoy un torneo más acorde a su nivel, que por algo le eliminaron de la Champions. Mereció ganar en la ida, pero empató y ahora le toca echar el resto. Sabiéndolo, hay quien sostiene que el Athletic no debe gastar sus energías ante el conjunto que dirige Xavi Hernández. ¿Por qué? Pues porque la prioridad absoluta es la Copa, es decir, la visita a Mestalla fijada para el miércoles siguiente.

Los defensores de esta postura argumentan que más vale asegurarse la presencia en una nueva final y, por lo tanto, la consigna ha de ser centrarse en eliminar al Valencia, pues aunque se vuelva de vacío de Barcelona, después hay margen de sobra para pelear por una plaza continental. En concreto, doce jornadas más para hacer acopio de puntos. Uno no puede por menos que asociar esta perspectiva a equipo pequeño, frágil, de espíritu quebradizo. Aparte de que el hecho de dar por amortizado el encuentro liguero en absoluto garantiza que luego se superará a los fogosos chicos de Bordalás.

El mensaje de competir calculadora en mano es además sospechoso. Denota poca fe en este Athletic, por lo que uno supone que quienes abogan por dejarse ir ante los azulgranas cuestionan al timonel, Marcelino, así como las prestaciones de los futbolistas que vienen entrando en la rueda de las alineaciones. Uno estima que es perfectamente viable comparecer el domingo con una formación preparada para plantar cara al conjunto catalán y repetir fórmula el miércoles con varios cambios. Y desde luego, nada le beneficiaría más al Athletic que obtener un resultado favorable o, en su defecto, apurar sus opciones con el máximo ahínco en la cita del Camp Nou. Sería la tarjeta de presentación idónea para acudir a Mestalla, aunque tampoco le asegure el billete para la final.