A fotografía es del primer Alderdi Eguna en Aralar, hará en septiembre 45 años. En la foto se le ve a Xabier Arzalluz vendiendo DEIA. Fue uno de sus promotores. El lunes 28 se cumplen tres años de su fallecimiento. Lamento que ninguna editorial ni institución se haya interesado en reeditar sus artículos en este medio sobre sus experiencias europeas, políticas de la transición y sus grandes semblanzas. Son magníficas y de inoxidable actualidad. Nadie muere si se le recuerda. Se cumplirán asimismo en junio los primeros 45 años de DEIA en momentos en los que las redes, e Internet hacen que cada día tener un periódico de papel en las manos sea realismo mágico.

Si algo tenía claro Sabino Arana, como Simón Bolívar, era que la "prensa es la artillería del pensamiento" y por eso, basó mucho de su divulgación nacionalista en libros y ediciones de periódicos. Tras medio fracasar en la reunión del Txakoli de Larrazabal en 1893 lo más inmediato que hizo fue editar una hoja volandera, Bizkaitarra, que sufrió persecución y cierre. No existía Internet ni redes sociales. De haberlos tenido, otro gallo le hubiera cantado.

El uno de febrero de 1913, diez años después de su muerte, salió a la calle el diario Euzkadi, con su letra gótica y su ideología de prensa de partido y de combate. En tiempos de la República (31-36) la Tipográfica General editó ya tres diarios. La Tarde, vespertino. Excelsior, deportivo y Euzkadi, político. Era un grupo editorial que lo abarcaba todo. Un emporio, que fue destruido en junio de 1937 por los vencedores y por el grupo de El Correo Español que se llevaron hasta sus rotativas. Jamás resarcieron aquel robo.

Normal. A todas las dictaduras les molesta, les agrede y les amenaza la libertad de expresión. Por eso nada más entrar los franquistas en Bilbao, acabaron de un plumazo con aquella artillería e incluso repartieron sus despojos y edificios en los diarios que se constituyeron en el sostén de la dictadura durante cuarenta años: La Gaceta del Norte, El Correo Español, Hierro, El Diario Vasco, El Pensamiento Alavés, Diario de Navarra, y Unidad fueron la nueva y dictatorial artillería en la que descansó la opinión y defensa del franquismo que celebró sus fastos y cantó sus hazañas. Y además lo hicieron con aquellas rotativas y con aquellos equipos robados a aquella artillería democrática.

Muerto Franco en 1975, Juan Ajuriaguerra tenía claro que nada podía hacer el nacionalismo sin una prensa propia y desde el mismo día del fallecimiento del dictador comenzamos a estar presente, clandestinamente, con una hojita, a la que poníamos el nombre de Euzkadi y que nos iba sirviendo para informar y crear organización en ese incipiente trabajo democrático de ir creando una tela de araña que se convirtiera en el armazón que todo partido debe tener para discutir sus cosas aprobar sus políticas y lanzan a sus gentes.

En 1976, nos detuvo la policía en la calle Egaña de Bilbao a Bingen Zubiri, Joseba Goikoetxea y a mí cuando elaborábamos uno de esos Euzkadis llamando al Aberri Eguna de Iruña y a la condena del secuestro de Ángel Berazadi, empresario guipuzcoano, secuestrado, y, posteriormente asesinado por ETA. Con aquel asesinato lograron que no se celebrara un Aberri Eguna mayoritario con vocación de gran pulso a los restos de la dictadura mientras dejaban a una familia desolada. Gran hazaña.

A raíz de ese hecho, comenzamos a editar la publicación Euzkadi en la imprenta Axular de Donibane Lohizune y, ya, en el interior a partir de octubre de ese año 76. Pero había que dar un salto cualitativo pues Suárez comenzó a ensanchar las avenidas de la libertad de expresión. En reunión del nuevo Bizkai Buru Batzar, elegido en febrero de 1977, se decidió dar ese salto y trabajar para poner en el mercado un diario de partido, a la imagen de aquel exitoso Euzkadi de la República. Pero como este tipo de aventuras periodísticas no se pueden hacer sin medios, se le encargó a Sabin Zubiri que trabajara en dos iniciativas. La de los sablazos a gentes que tenían bastantes duros y a los nacionalistas de alpargata porque se quería involucrar a mucha gente en esta iniciativa, así como a las comunidades de Venezuela, Argentina, México y Laburdi.

Para lo primero Xabier Arzalluz, Luís M. Retolaza, Mitxel Unzueta, José Elorriaga y alguno más te invitaban a comer y en los postres pasaban la txapela. Se hacía en el restaurante Balliak de la Alameda de Rekalde. También estaba Sabin Zubiri, entonces con 56 pletóricos años pasándote esa minuta. En febrero ya tenía nueve millones de pesetas, en marzo veintidós, en abril y mayo cuarenta y siete y casi en junio, cincuenta y nueve. Pero hacían, falta otros cuarenta y Sabin con su gabardina de inspector Gadget se fue al Banco Vizcaya y pidió un crédito de cuarenta millones y, entonces, como ya se olía que íbamos a tener cierto poder nos lo dieron sin problemas, aunque luego nos lo cobraron íntegramente.

Pero había que montar una empresa desde la nada, pues todo nos lo habían robado. Local, rotativa, personal, periodistas, chóferes, repartidores, en definitiva todo un tinglado muy minucioso y de eso se ocupó el tractor Gorordo con Iñaki Etxeberria, Ignacio Nolte, Arrieta y Koldo Anasagasti. A éste le pidieron buscara un teletipo como fuera. Entonces no había ni fax, ni ordenador, ni móviles. Y lo consiguió en la naviera de Ramón Sota. También le tocó contratar al personal que se ofrecía para todo, colaboradores, trabajadores, en definitiva había colas. Era lo nuevo, era el futuro. Decir también que paralelamente un grupo de personas nucleado alrededor de Jose Luis Elkoro recaudaba fondos para editar Egin que salió a la calle en septiembre de ese año. Xabier Arzalluz redactó una nota para que quedase claro que DEIA y Egin eran proyectos distintos.

Fui con Gorordo a Iruña, a plantearle la dirección del periódico a Mirentxu Purroy. Era entonces la exitosa directora de Punto y Hora de Euskal Herria. Nos dijo que no podía. Cuando salimos de la reunión nos había llevado la grúa el coche. "¡Vaya!" nos dijimos. "Sin directora y sin coche". Propuse en el BBB a Ignacio Iriarte, director de la Hoja del Lunes de Bilbao, como director de DEIA. Sabía éste lo que era un periódico. Lo dirigía semanalmente. Le conocía de la entrega de los comunicados que redactábamos. Comimos con él en una cafetería de la calle Colón de Larreategui. No nos dijo que no, tampoco que sí, pero al final aceptó. El nombre del medio fue elegido en una reunión del BBB. Todos los burukides nos pusimos a dar nombres. Juan José Pujana tomaba nota. Todavía tengo la hoja con esos nombres.

Propuse el de Euzko Deya. Era el nombre de las publicaciones que el Gobierno Vasco editaba en Argentina, México y París durante el exilio. La agencia Aurman le quitó lo de Euzko y se quedó en Deia. Corto y eufónico. El creativo de esta agencia Enrique Ibabe propuso como logotipo el de un heraldo con su cuerno. Lo sacó de una kutxa del Museo San Telmo. Lo de "Gure Lurraren Deia" lo puso la agencia. Pero resultó que el nombre de Euzko Deya lo tenía registrado Martín Retana. Le dijimos a su primo Marcos Vizcaya que nos lo gestionara. Lo hizo. Retana cedió el nombre.

Había mucho entusiasmo pero también mucha incertidumbre. No se sabía en aquellos momentos lo que era el PNV y qué fuerza tenía por detrás, y tampoco se tenía permiso del ministerio de Información y Turismo para salir a la calle. Karmelo Renobales se empleó a fondo. Logró una entrevista con el ministro Reguera Guajardo. Le dijo al ministro de la UCD que no había que dejarle el campo libre al PSOE. Y dieron ese permiso siete días antes de aquellas primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977. Y salió. Había que ver las caras de aquellos veteranos viendo a la rotativa escupir los primeros Deias. Cuarenta años de silencio se rompían. Aquello era suyo. Muy suyo.

Luego se decidió que el periódico no podía ser de partido. Que los tiempos habían cambiado y la prensa de partido había pasado a la historia. Que había que hacer un periódico abierto, nacionalista, transversal, que abarcara desde el autonomismo al independentismo y que tratara temas sociales, recuperara la historia de aquellos años de silencio y manipulación y que se explicara lo que se estaba haciendo. Lamenté que no se complementara con un Euzkadi de batalla, con una audaz prensa de partido. No se consideró oportuno, para no establecer una competencia, aunque el Euzkadi se convirtió en revista.

Contra DEIA conspiran hoy las redes e Internet y la flojera nacionalista de comprarlo solo los fines de semana o no comprarlo. Gravísimo error. Se debería hacer una campaña como la de hace 45 años. A pesar de todo aquí está DEIA, 45 años años después. Si del Athletic decía la revista el L'Equipe que es un caso único en el mundo,

* Diputado y Senador de EAJ-PNV (1985-2015)