UANDO uno tiene capacidad para iniciar una guerra, debe estar preparado para firmar la paz, incluso antes de empezar el conflicto. Y en Rusia esto se aprende en cuarto de Primaria. Vladímir Putin nos regaló la semana pasada otra escena icónica. Todo zar que se precie debe tener una mesa blanca king size como la que escogió el ruso para entrevistarse con Emmanuel Macron. Al parecer, la negativa del presidente francés a relizarse una PCR antes del encuentro marcó la distancia entre ambos mandatarios. Dicen que Macron no quería dejar su ADN en manos de desconocidos, pero a ver quién es el guapo que permite que le metan un palito en la nariz en el Kremlin con las cosas que se cuentan por ahí. Pero volviendo al escenario elegido para el encuentro, en el que solo faltaba Peter Sellers y un teléfono rojo, la gran duda que surge es si Putin tiene un catálogo de mesa disponibles en palacio para cada ocasión. La blanca de esta ocasión es, lógicamente, la utilizada cuando quiere mostrar voluntad de diálogo, pero también cierta distancia. Y en algún sitio del Kremlin podría haber otra mesa roja para declarar la guerra. En medio, toda una escala de colores para cada ocasión, incluida una para firmar tratados de paz. Más sabe Putin por exagente de la KGB que por Putin. Eso le da ventaja en estas cuestiones. Así que esperemos que el resto de líderes mundiales estén a la altura y que logren que el presidente ruso solo vea una salida: la del armisticio antes de desatar las hostilidades.

Asier Diez Mon