El guion lo pone el rival
Bordalás se sentirá triunfador: frenó a un equipo lanzado y que salía como favorito, lo que nadie había hecho en la Copa
IN sorpresas en cuanto al tipo de partido, aunque quizá cabía esperar que su desarrollo y su desenlace no fuesen tan del gusto del Valencia. El acceso a la final se decidirá dentro de tres semanas en Mestalla y lo que está claro es que, desde la perspectiva del Athletic. Después de casi cien minutos de batalla sin la más mínima concesión, Bordalás está legitimado para sentirse triunfador, no tanto por el empate arrancado anoche, que no deja de ser un éxito parcial, sino porque logró algo que nadie había hecho hasta la fecha: frenar a un equipo que venía lanzado y que por ello salía como favorito después de lo realizado en anteriores rondas en el mismo escenario. Esta vez, no pudo ser. Duro, durísimo, de pelar, el Valencia se salió con la suya, impidió que el anfitrión se expresase como suele y con un estilo fajador, agresivo, muy físico, no solo calentó el ánimo de los seguidores rojiblancos, también consiguió que abandonasen sus localidades destemplados, dubitativos, decepcionados por lo presenciado. No fue ni por asomo el espectáculo al que preveían asistir.
Se jugó a lo que no le convenía al Athletic y de ahí ese marcador que deja la resolución en el aire. Desde el mismo arranque se comprobó que la historia no guardaría parecido alguno con los duelos ante Barcelona y Madrid. Competir con equipos que confían en sus argumentos creativos no constituye ningún secreto para los hombres de Marcelino. En esa clase de duelos son ellos quienes marcan el grado de intensidad del juego y pueden imponerse. Sin ser una tarea sencilla, se ha comprobado que son asequibles, que a mil revoluciones el Athletic, hace daño, es peligroso, incomoda y percute sin pausa. Ahora bien, la cosa cambia radicalmente si enfrente hay un bloque cuya máxima aspiración consiste en trabar la circulación, impedir que haya elaboración y dispone del músculo suficiente y de la convicción precisa para sacar adelante su plan. El Valencia ejecutó todo aquello que presumiblemente trataría de plasmar y además de cortocircuitar e intimidar, fue capaz de ir creciendo a medida que el cronómetro avanzaba. De hecho, la diferencia que hubo entre el primer tiempo y el segundo fue manifiesta.
Hasta el descanso, se asistió a un intercambio de golpes. Y la afirmación no se refiere únicamente a impactos, choques, agarrones, patadas, no, también incluye el apartado de llegadas a las áreas. Muy pocas nítidas, dado que el tono subido de la pelea por cada balón iba en detrimento de la precisión. El balance sonrío al Athletic, que se adelantó y generó bastantes más situaciones, aunque lo que se dice oportunidades, poquitas. La acreditada firmeza defensiva local redujo los intentos de un Valencia con las líneas muy separadas, pese a que en cada estirón se presentaba con cuatro y cinco elementos en los dominios de Agirrezabala.La tanganilla camino de vestuarios en el intermedio reflejó la alta tensión que presidía las evoluciones sobre la hierba y acaso fuese premonitoria. Se pudo interpretar como una advertencia del Valencia, como si quisiera transmitir que no se iba a dar por vencido por mucho que el Athletic hubiese sabido gestionar mejor ese primer asalto. En efecto, pronto hubo constancia de que el asunto adquiriría un tono más inquietante. Tampoco la igualada se hizo mucho de rogar. Para entonces el encuentro discurría a satisfacción de Bordalás.
Marcelino no podía disimular su desazón. La pelota ya no corría entre las botas de sus futbolistas. Si antes su propiedad estuvo discutida, hasta la conclusión perteneció al Valencia, que ahora sí se asociaba y además más minutos de lo deseable en terreno ajeno. Hasta que Berenguer no conectó una volea que se fue alta por poco, el Athletic ni pasó a saludar a Mamardashvili. Corría el 85. Williams reducido a la nada y Raúl García, el único que estuvo en su salsa y dio la talla en ataque, ya habían sido relevados. En la refriega, saldada con 35 faltas señaladas por el árbitro y otra docena como mínimo que se fueron al limbo, el Valencia impuso su ley. El coletazo rojiblanco no bastó para desequilibrar, la larguísima fase en que el equipo se vio impotente para saltarse el pegajoso estilo del Valencia sugiere un partido de vuelta muy complicado. Saltarán chispas. Como anoche o más.