A primera trampa estaba en el nombre, en llamar a la serpiente Reforma Laboral cuando se mantiene el punto estrella de la normativa del PP, el despido barato y los cambios son mínimos. A partir de ahí, el asunto ha reptado por la política dejando un rastro hediondo que confirma el nivel de los partidos que viven encadenados a las expectativas de alternancia o que aprovechan las puertas laterales que se abren para darle un volantazo al bipartidismo español. Buena suerte en este último empeño, que se ha llevado por delante los últimos años a un puñado de condes y marquesas que parecían ungidos por la historia para abrir un nuevo ciclo. ¿Quién ha ganado tras el sainete de la aprobación de las modificaciones accesorias de la normativa laboral? Si hay que medirlo por la celebración en el Congreso en modo final de Champions, se diría que el Gobierno español. ¿Le ha ido mejor a Yolanda Díaz que a Pedro Sánchez? Depende de la tertulia. ¿Ha hecho el rídiculo el PP tras desperdiciar el penalty de la victoria en el tiempo de descuento? Hay quien dice que el balón no entró porque el VAR lo controlaban los socialistas. No hay espacio en esta columna para hablar de lo de UPN, que viaja en el coche del PP los días impares y los pares va por libre, o, qué se yo, suma fuerzas con el mejor postor. Muchas dudas y solo una certeza. Las condiciones laborales de los trabajadores dependerán de la buena voluntad de los empresarios y de la capacidad de negociación de los trabajadores. Como toda la vida.

Asier Diez Mon