A sido escuchar la armonía del idioma de Victor Hugo y Stendhal y enternecérsele el corazón. "Vladimir, mon ami, la guerre c'est la douleur", le diría en algún momento de la videoconferencia Emmanuel Macron. Y Putin admitió que había que buscar la deeskalatsiya en la frontera de Ucrania. Garantizándose, eso sí, el control de Donetsk y Lugansk, que seguramente era uno de los objetivos que perseguía con la presión militar. Sin tintes bélicos, la tensión también se ha mascado en las relaciones entre el PNV y el Gobierno español por la debilidad del Ejecutivo de Pedro Sánchez y la histórica resistencia del Estado a cumplir con el calendario de transferencias. Si no he entendido mal, el PSOE que necesita votos para aprobar la reforma laboral ha deslizado en algún momento del debate que aquello del traspaso del Ingreso Mínimo Vital no estaba tan claro como figura en el acuerdo. Y más tarde ha admitido que lo que estaba escrito era lo que estaba escrito y que sí, Euskadi gestionará el IMV. Una táctica sibilina: generar tensión y luego disiparla para ver si hay suerte y se desbloquea también el tema de la reforma laboral. Y qué decir de la estrategia del Partido Popular en la campaña de Castilla y León. Atar bien atado el voto rural de granja en granja. Es fácil imaginarse a Pablo Casado preguntando a sus asesores por la foto del día siguiente. "¿Qué animales nos quedan? ¿Hemos estado con gallinas? La próxima vez lo de la chuleta lo hacemos con brasa, ¿eh?"

Asier Diez Mon