DAVID izatea aukeratu genuen, rezaba un tifo el pasado jueves en la grada norte de San Mamés, una declaración de principios épica y bien traída, premonitoria de que otro Goliat estaba a punto de hincar la rodilla abatido por la honda de un Athletic inmenso. Y las bolas de la federación española han querido que sea el Real Madrid el próximo filisteo, el más robusto, en visitar La Catedral en Copa, la competición favorita de los leones. Y es que ha sido el cuadro merengue el que recién los destronó en la Supercopa de Arabia, la del blanqueo y el espectáculo medieval.

Porque todavía tenemos en las retinas a los jeques sentados en sus tronos viendo el espectáculo concebido a mayor gloria de los madridistas, que fueron mejores, sí, pero que se llevaron un premio quintuplicado al que de ganar se hubiera llevado el Athletic, sinsentido aprobado por un Rubiales que sonreía satisfecho con las manos en los bolsillos. Y todavía tenemos en los tímpanos los pitidos de los blancos aficionados del desierto dirigidos al equipo más débil, síntoma de su pobre espíritu deportivo. En eso y en respeto a los derechos humanos sí son pobres.

También han chirriado las declaraciones de Luque, un exfutbolista aterrizado en la RFEF y que afirmó con un par que un Athletic-Atlético de Madrid no llenaría tampoco un estadio en España, y que en sucesivas ediciones "habrá que estudiar qué hacemos cuando no jueguen Madrid o Barcelona". Para echarse a temblar con el pastiche. Pero no contento con su inquietante sinceridad, el futbolista ejecutivo remató que si en Riad no había mujeres en el campo es antzeko-parecido a la liga española, donde "a las mujeres no les gusta el fútbol como a los hombres". Alucinante este Albert de Arabia, también filisteo, pero en su segunda acepción de persona de escasos conocimientos y poca sensibilidad.

Frente al fútbol carpetovetónico, el fútbol de siempre del clásico Athletic-Barsa, 120 minutos para recordar, con un cuadro catalán en construcción al mando de Xavi Hernández, tan excelente jugador como persona deportiva y educada (este sí), en el banquillo y fuera de él, muy apreciado en Bilbao. El Barcelona, ya sin Messi, sigue siendo un gigante, con figuras emergentes de mucho talento, a la imagen y semejanza del de Tarrasa, y estrellas que aguantan el tipo después de vivir muchas glorias. El mérito de superarlo es muy grande por parte del Athletic, que imaginamos seguirá siendo el segundo equipo de los aficionados blaugrana también cuando se ven derrotados por el cuadro vasco. Algo que no es nuevo a lo largo de la historia.

Y frente al fútbol misógino y de apartheid, el aspecto y las entrañas de San Mamés, con una grada caliente donde nuestras hijas animan a los Williams y también a Erika Vázquez, y, lo que es más importante, practican este deporte, algo que debería promocionarse por la RFEF allá donde acuda y no limitarse a hacer caja. Aquí, digan lo que digan los palmeros, el Athletic es de todas y de todos, siendo como es el club rojiblanco también pionero en potenciar un equipo femenino que atesora títulos aun compitiendo con la misma filosofía que el masculino.

Fútbol de pasión en estado puro el vivido el pasado jueves versus... fútbol de cafres, como los que agredieron a un jugador sevillista en el derbi de la Giralda, o los que atacaron al autobús colchonero en Donosti, energúmenos que se cobijan en todas las aficiones, aunque la verdiblanca habría que hacérselo mirar por su contumacia antideportiva. Los agresores y también los que se mofan con su hazaña y del rival, un Sevilla injustamente apaleado, incluyendo los propios jugadores del Betis, merecedores de un castigo ejemplar si la justicia deportiva española no fuera un oxímoron.

La cosa es que en el entorno athleticzale ha vuelta la ilusión y sigue hinchado el orgullo, nunca perdido, al hilo de las demostraciones de calidad y coraje de un plantel que apunta alto, con una interesante mezcla de jugadores jóvenes que son ya realidad (Nico Williams, Sancet, Vencedor, Vivian) y veteranos con carácter y entrega ejemplares, como Iker Muniain e Iñigo Martínez, inconmensurables ante el Barcelona.

El Athletic, sin olvidar la Liga, donde el objetivo europeo es todavía posible, se apresta a vivir otra noche grande de Copa, el día 3 de febrero, frente al Real Madrid, el verdadero Goliat del balón al que espera el pastor con sus armas, modestas pero propias.