OS cavernarios de la villa y corte y los del Viejo Reyno trinan porque Bildu apoya los presupuestos de Sánchez a cambio de que en Nafarroa se vea ETB-3. Barato, barato, por cierto. Los dibujos animados en euskera son para ellos la quinta columna del soberanismo. Se cuela en casa el sedicioso Doraemon, destila doctrina secesionista la abeja Maya e induce a la absorción cultural el díscolo Pingu, que es una serie sobre un pingüino de plastilina sin diálogos. Se ven en castellano en otros canales pero, en euskera, suena a mensaje satánico de Sabino Arana. Y, así, los dos extremos se hacen los importantes.