YER pasé parte de la mañana con mi nieta, que hizo borota a la guardería convertida en un adorable y constante surtidor de mocos. Encendí la televisión tras acostar y desacostar varias veces a Xexenko y Pitxitxi, agotar todas las posibilidades de interacción entre los bloques de madera y los muñequitos de animales de la sabana y contarle siete libros -Txomin dutxan dos veces-. Confieso mi preocupante falta de recursos, pero es lo que hay. Necesitaba hipnotizar 10 minutos a lo que más quiero en el mundo, aprovechando que todavía se dejaba, la pobre, bajo los efectos del Apiretal. Vimos a Txau/Txau, Txio eta Panda correr una aventura no demasiado trepidante en una granja ganadera y a la cerdita Olivia convertida en exploradora del espacio. Luego, seguimos a nuestras cosas. Hasta horas más tarde no me enteré de que había sometido a una operación de "reseteado" a su tierna cabecita. Tras una reivindicación históricamente despreciada por UPN, ETB-3 se empezó a ver en Navarra por iniciativa del gobierno de Uxue Barkos, atendida solo a medias por Madrid, que es quien ostenta la competencia. Desde entonces, el canal infantil de Euskal Telebista se ve en Pamplona y su área de influencia, pero no en otros puntos de la Comunidad Foral, entre los que se cuenta buena parte de la zona que la ley considera vascófona. Los gobiernos de Chivite y Sánchez han aducido insalvables obstáculos técnicos para ello. No serían tantos cuando EH Bildu acaba de conseguir el compromiso de Madrid para completar, ahora sí, el mapa de recepción, a cambio del apoyo presupuestario. Al diputado Sergio Sayas (UPN) en vez de caérsele la cara de vergüenza, le ha entrado un ataque de histeria. Para él solo desean ver ETB "los que quieren resetear cerebros adoctrinando a través de la televisión". Hay palabras que desnudan a sus autores. Es su ignorante, fobioso y corto cerebro el que está pidiendo a gritos un reseteo. Mi nieta tiene 16 meses y ya le da 100 vueltas.