A está. El Athletic se ha desprendido de los futbolistas que no le interesaban, una vez consensuadas las salidas de Unai López y Córdoba en la última fecha del mercado. Se queda Peru Nolaskoain, al que resultaba imposible buscar un destino por tratarse de un lesionado de larga duración sin siquiera plazo aproximado de recuperación. Por lo demás, han dejado la plantilla los que vieron su nombre en una lista que se conoció nada más concluida la temporada anterior. Un detalle este de anunciar los descartes que en nada ha contribuido a facilitar las operaciones, pues otorga una ventaja táctica obvia a los posibles pretendientes, máxime en un contexto marcado por la falta de liquidez generalizada de los equipos. El caso de Unai López es muy claro al respecto porque desde mayo se sabía que el Rayo Vallecano intentaría su captación y sin embargo ha habido que esperar hasta ayer mismo para cerrar el acuerdo. El pulso tenía que caer del lado de los dirigentes madrileños y así ha sido.

El costo económico que ha supuesto aligerar el grupo, aunque difícil de calcular desde fuera, no es ninguna broma, pero ha prevalecido la voluntad de los responsables deportivos. Especialmente un Marcelino que no tuvo reparos en exponer lo negativo que para la marcha del equipo sería que siguiesen esos jugadores. Es cierto que se ha recurrido a fórmulas ingeniosas para deshacerse de alguno, pero el Athletic ha perdido mucho dinero. Tomada la decisión era irremediable que así fuera porque los afectados, que eran unos cuantos y alguno con ficha suculenta, están en su derecho de cobrar lo que en su momento firmaron en Ibaigane.

Al menos, no ha habido que asistir a un episodio tan lamentable como el generado en torno a Fernando Llorente en las horas previas al cierre del anterior mercado estival. No obstante, conviene recordar que meses atrás sí hubo un nuevo acercamiento a Javi Martínez, tan tímido y baldío como el de un año antes. Era previsible que el ex del Bayern volviera a no darse por aludido ante la oferta del Athletic, no en cambio que la iniciativa tuviese consecuencias directas en la comisión deportiva, pero bueno.

Dejando a un lado la metodología empleada y la vertiente económica de las salidas registradas, cada cual se presta a su particular lectura. Si bien la mayoría contaba poco o nada para el entrenador, dos eran fichajes que nunca dieron la talla, confirmando que estaba justificada la perplejidad provocada por su llegada. Si costó imaginar la expectativa que despertó el dúo Ibai-Kodro en los despachos de Lezama, qué decir ahora que se han ido. Córdoba no terminó de explotar, podría decirse que describió una línea descendente y fue víctima fácil de los técnicos hasta que Marcelino le puso una cruz el primer día. Por este trámite pasó también Vicente, un atacante muy singular que perdió el curso pasado de manera lamentable. Será porque en el Athletic con frecuencia parece que el talento, que es lo que distingue a este chico, no suscita la comprensión deseable.

Para el final se ha dejado a Unai López, merecedor de un párrafo aparte. La reflexión podría iniciarse con un apunte significativo: de los cuatro elementos que alternaban en la línea de medios era objetivamente el más dotado para construir juego, dar fluidez a la circulación de la pelota e implicarse en acciones de ataque. Esto no quiere decir que fuese mejor que nadie, pero aportaba un registro diferencial del que, además, el Athletic no está sobrado. Causó extrañeza que Marcelino prescindiese del único centrocampista de marcado perfil creativo, pero si se analiza su propuesta para el Athletic puede que no fuese tan raro. Aparte de que apostar por Zarraga como alternativa, sea muy legítimo y perfectamente puede acabar dándole la razón, la pregunta es si no sería más adecuado hacer coincidir en el plantel más hombres de esas características.

La tendencia a limitar el cupo de gente con calidad técnica y visión de juego quizá case con la idea futbolística que se pretende desarrollar, así como con la disposición táctica que se ha impuesto, pero probablemente ni lo uno ni lo otro lograrán que el Athletic mejore su repertorio con la pelota y su relación con el gol. Unai López no era un modelo de regularidad, pero tampoco se le reconocía su paulatina aplicación en el juego sin balón, sin embargo en esta plantilla la regularidad no constituye una cualidad muy extendida y está por ver que tanta obsesión por volcar el esfuerzo en el juego sin balón sea la base ideal para crecer y competir con garantías.