Podemos leerlo en castellano y dejar volar al soñador/a interior que llevamos dentro o en inglés y relacionarlo con la letra que melodiaba Lennon, esa que todos hemos tarareado con la aspiración de una vida en paz, sin infierno ni paraíso, solo cielo y todos compartiendo el mundo. Solo han pasado 50 años de su edición.

Viendo el desfile de los Juegos Olímpicos esta canción toca el alma. En la Grecia clásica se decretaba la tregua olímpica y quedaban en suspenso todas las guerras, algo parecido a vivir en el cielo. En estos juegos de año impar, aparte de Corea del Norte que no compite por ser citius altius fortius, ningún otro ha dejado de desfilar bajo la bandera olímpica, aunque me pregunto si todos han signado la tregua, porque todo sigue parecido al 22 de julio: disturbios en Cuba, guerrillas en Afganistán y Sudán, islamistas en Nigeria, homofobia en Hungría, desplazados de Siria, millones de refugiados, inmigración, muros, encarcelamientos, represión€ Una canción de 1971 es hoy plena actualidad de necesidad.

Otro 22 de julio, pero de 1969, Franco nombró a J.C. Borbón su sucesor y el borbón le juró fidelidad, que como buen rey felón se la pasó por el forro de su entrepierna porque solo fideliza sus intereses bancarios y de bragueta. Aunque depende de cómo y quién lo analice, porque hace poco una pareja arrobada por las soflamas ultras le defendía encomiásticamente, al tiempo que pedía matar a Sánchez y a dirigentes de Podemos y de Bildu. Imagine que matar en sentido figurado-político, pero no; matar literalmente a todos, sin excepción, "porque debían morir unos pocos para salvar a muchos"; me pellizco, es julio de 2021, pero estamos en esa España donde en 1936 la República se sublevó en armas contra Franco.

Todo depende de cómo se mire, porque solo dos días antes, N. Armstrong, "un pequeño paso para un hombre, un gran paso para la humanidad", y E. Aldrin hollaron la luna por primera vez. La historia que ellos cuenten no será la de M. Collins, que vio desde la nave, cual Moisés postergado, la luna prometida sin poder pisarla. Como la mayoría, mientras Jeff Bezzos se larga un viaje extraterrestre con la chulesca pose de que le pagan sus clientes de Amazon, argumento suficiente para no usar esta plataforma: no pagar viajes a un millonario presuntuoso. Prefiero viajar al espacio con la imaginación sin que me lo cuente un creído, al menos no alimentaré su codicia ni el hambre de los pobres.

Porque pasado el Imagine de 1971, estamos lejos de conseguir el mundo de tres ceros que propone M. Yunus, premio nobel de la paz en 2006: pobreza 0, desempleo 0 y 0 emisiones de gases invernaderos. Tres buenos ceros de marca olímpica para salvar el planeta. No sé si su banco de pobres y microcréditos dirigidos en un 90% a mujeres son la solución, pero al menos se parece mucho a mi mundo imaginado.

Un responsable de los JJ.OO. ha dimitido por sus declaraciones sexistas; puestos/as a imaginar, me gustaría que esto ya no sucediera, ni que cada semana tengamos alguna mujer asesinada por el mero hecho de serlo. Pero teniendo vacunas disponibles también me imaginaba un mundo sin covid-19 ¡y ahí andamos!

Quizá al mundo en el que no haya nada por lo que matar o morir le falte un buen trecho. Mientras tanto, seguiré soñando que no existe infierno ni paraíso, sino solo el cielo, tal vez porque ese día me dormí en la clase de geografía.

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