ABLO Casado se vino arriba ayer en la Junta Directiva Nacional del PP y, entre soflamas, se dejó decir que la transición española no fue el triunfo de ninguna ideología sobre otra. Pudo haber enmendado su silencio cómplice cuando Camuñas afirmó que el del 36 no fue un golpe de Estado pero, en lugar de eso, prefirió negar los principios de verdad, justicia y reparación a sus víctimas. Lo triste es que quizá tenga razón: que la transición no sirvió para que la ideología democrática triunfara sobre el nacionalderechismo acuñado por el franquismo, a juzgar por cómo lo abraza.