L paso del tiempo lo tenemos tan metido en nosotros mismos, que ni siquiera lo notamos. Nos queda fuera de nuestra conciencia en el día a día. Pero hay días en los que ese tiempo que siempre ha pasado de largo se detiene. En estos momentos, con miedo, miramos hacia atrás. En estos momentos nos vienen a la memoria las mismas experiencias vividas anteriormente.

Todas las promesas hechas empiezan a dar vueltas en la cabeza. Muchas veces éstas son meras promesas, subterfugios. Por el momento, la vida es demasiado dura para afrontarla en su totalidad. Esta incapacidad nos empuja a aplicar la fórmula mágica del tiempo a los problemas. Siempre hemos oído decir que el tiempo lo cura todo. Pues bueno, esto es una verdad parcial. Sí, hace falta tiempo para curar las cosas, buscar la solución a los problemas y encontrar el camino adecuado, pero esto no va a pasar con el paso del tiempo. Nosotros tenemos que empujar.

Pero cuidado, porque a veces no podemos hacerlo nosotros solos, empujar con nuestras manos desnudas. Pedir ayuda nos da vergüenza. No queremos alarmar a los demás con nuestros problemas, les bastará con los de ellos. Eso sí, nosotros estamos dispuestos a absorber los de los demás, deseosos de ayudar. Dicen que el ser humano es egoísta por naturaleza, pero cuando tenemos sobre la mesa la salud mental individual, nos convertimos en seres totalmente asociales e independientes.

Estamos en el siglo veintiuno, ya nada es extraño. Pero no podemos sentirnos más incómodos a la hora de ofrecer nuestros sentimientos a los demás. Los jóvenes no tenemos tabúes, o eso nos gusta decir, pero la respuesta diaria a la pregunta: ¿qué tal? la tenemos totalmente mecanizada: ¡bien! ¿Y tú? Tenemos miedo, tememos lo que dirán, y no es de extrañar.

Sentirse mal parece muy caro en la sociedad. No puedes sentirte mal sin ninguna razón obvia. ¿Cómo vas a estar triste si tienes una vida completamente normal? ¿Cómo, teniendo de todo? Además, si al final decides abrirte, te echarán la frase de siempre: no estés triste. Si fuera tan simple, la vida sería mucho más fácil. No se nos pasaría por la cabeza pues lanzar esta frase a un enfermo de cáncer, no estés enfermo.

El cerebro es uno de nuestros órganos, como lo son los pulmones y el hígado. Al igual que éstos, funciona siguiendo las leyes de la biología. Por desgracia, los conocimientos sobre la biología de los sentimientos son muy limitados, y como se ha hecho históricamente, los humanos ponemos una etiqueta de mágico a lo que no encontramos respuesta. La psicología por lo tanto no es magia, y tampoco solo para locos. La psicología es la ciencia de nuestros sentimientos y emociones, y su función es garantizar nuestra salud mental.

Cuidemos nuestras mentes y las de los nuestros, porque solo se nos ofrece una vida, y los días son demasiado cortos para dejar pasar el tiempo sin disfrutar. Empecemos a compartir los problemas y normalicemos el pedir ayuda. Después de este duro año, más que nunca, ¡proclamemos una salud mental pública de calidad!