L humillante pescozón -zasca, se dice en versión digital- que se ha llevado Pablo Casado por parte del hijo de una víctima de ETA -el exconcejal de su propio partido en Zarautz José Ignacio Iruretagoyena- debería servir para poner fin a esa indignante e indecente actitud de utilizar políticamente a los muertos. Pero sobre todo llama la atención la constatación que hace Mikel Iruretagoyena de que al homenaje organizado a su padre por el PP el sábado no acudió ningún miembro de la familia. O sea, que solo se convocó para criticar al Gobierno. Muy penoso.