L PNV ganó las elecciones. Obtuvo 31 parlamentarios frente a los 28 de 2016. El PSOE obtuvo un parlamentario más. Ambas fuerzas suman 41 escaños de 75. Es decir, mayoría absoluta. Como dato añadido, el PNV le metió más de 100.000 votos a la segunda fuerza, EH Bildu. Recordar esto parece una tardía pérdida de tiempo, tanto como la grotesca parodia de investidura de la candidata Iriarte, anunciando la "transición", olvidando aquella que se inició en la primavera de 1977 cuando ETA m y EHAS-HASI quedaron colgados de la brocha y sin escalera. Por cierto, otra obviedad: mi antiguo sindicato (al que tanto quise) no se presentó a las elecciones. Si, ahora, los "suyos" son EH Bildu y Podemos, pintan poco en general: ni en la autonomía, ni en los territorios forales. La convocatoria de una huelga política para "comenzar el curso" ni maquilló los resultados electorales ni consiguió nada que se pueda conseguir en la mesa de negociación (algunas de las cuestiones planteadas ya estaban en marcha). Ha logrado, eso sí, que a los huelguistas les salga una pasta la ocurrencia. Algún día conoceremos los resultados de las asambleas en las que se decidió la huelga política del covid. Pero este no es el tema.

En la última encuesta del CIS, la principal preocupación de los ciudadanos es el paro; en segundo lugar, la crisis económica; y, en tercer lugar, el coronavirus. Quizá la opinión ciudadana marque el orden de las prioridades del gobierno que ahora comienza su andadura. Quizá. En este punto no está de más recordar el empeño de la izquierda demagógica por paralizar totalmente la actividad económica. El resultado de no haberle hecho caso es que, por ejemplo, el PIB de la Comunidad Autónoma Vasca cayó el 19,5% (frente a más del 22% de la media española) mientras que el empleo retrocedió el 17,2 % frente al 19,8 que se esperaba. La cosa está muy mal, pero, de haber hecho caso a la izquierda demagógica, la situación sería critica.

Un instrumento esencial el poder contar con unos buenos presupuestos, que deben ajustarse como un guante al acuerdo de gobierno PNV-PSOE. Acuerdo que debe quedar reflejado asimismo en el espíritu de los Presupuestos Generales del Estado más allá de las ocurrencias de Podemos. Como resaltaban el lehendakari y su consejero de Hacienda, ni bajar impuestos (que solo traería empobrecimiento), ni subirlos hasta el límite que propone la izquierda demagógica (que enfriaría el consumo). Por otro lado, hay que seguir impulsando el ahorro a través de la Entidades de Previsión Social Voluntaria, como se ha hecho hasta ahora, tratando de ampliar el ahorro a todos los sectores y a los autónomos.

Iñigo Urkullu ha señalado que todo su empeño irá dirigido a que la industria y los servicios avanzados alcancen el 40% del PIB. Una economía basada en la industria marca la diferencia y es una garantía de más estabilidad (especialmente en el empleo), como ocurre en los países del centro y del norte de Europa. El desempleo en Alemania es del 4,4%; en Holanda, del 4,6%; en los países escandinavos están por debajo del 10€ De la misma forma, la economía vasca debe ajustar el peso de ciertos sectores vulnerables, como el turismo, cuya incidencia se había disparado a 6% del PIB. No debería subir del 5%.

Ocurre, por otro lado, que la transición a la nueva economía debe hacerse desde lo que hay y no desde un erial. Incluso habría que pensar en crear nuevas empresas en los lugares en los que existieron otras. Por ejemplo, un astillero en el emplazamiento donde estuvo La Naval. Sería una empresa nueva que no puede heredar servidumbres y pasivos que la harían inviable antes de nacer y que, por ejemplo, ayudaría a aliviar la situación de Sestao y su entorno. Otro ejemplo está en el depósito de gas de Armentia. Podría haber reservas para 60 años que podrían financiar la transición a las nuevas energías y crear empleo. Seguramente, esto dará lugar a protestas de los mismos que, claro, no se concentran ante las embajadas de Venezuela, Argentina, México€ y otros países ideológicamente afines que agujerean las pampas o el Amazonas sin piedad.

La nueva economía vasca no debería asentarse en una relación con las economías frágiles e inestables del sur europeo. La dependencia de la economía española debería estar por debajo de 10%. Por otro lado, incluso ahora se debe insistir en entrar en el capital de aquellas empresas vascas estratégicas y rentables para evitar su deslocalización y la consiguiente pérdida de empleo.

La tercera preocupación de los vascos, al menos sobre el papel, tiene que ver con la salud. Es cierto que botellones (que acaban con agresiones a la Ertzaintza), surfistas infectadas, padres que envían al colegio a niños positivos "porque no tienen con quien dejarlos", o el docente de Farmacia sin mascarilla (que debería ser expedientado y suspendido) son excepciones, pero la sociedad (niños y mayores) debe extremar las medidas de autoprotección: higiene, distancia€ incluso en los recreos de los centros educativos. Pero esta es solo una pata de la mesa. Se necesita contar con un servicio de atención primaria suficiente y de garantía, acercándonos a la media de los países avanzados.

Como las desgracias no vienen solas, el clima de preocupante crispación política allá en la Corte o la crisis catalana ayudan poco a una salida razonable del agujero, priorizando en estos momentos aquello que más preocupa a la ciudadanía: la economía, el empleo y la salud. Lo de la Comunidad Autónoma de Madrid roza el esperpento. Quizá, haciendo de la necesidad virtud, lo más sensato sea trabajar (mucho) obviando los navajazos cortesanos, manteniéndose al margen de tanto sinsentido. Contamos con un gobierno sólido y con el mejor lehendakari posible para avanzar, respaldados por una amplia mayoría social y política. Exactamente, por el 52,76%, frente al 35,85% que suman EH Bildu y Podemos y los convocantes de huelgas políticas, movilizaciones, pintadas€ * Periodista