PENAS creó expectación ni debate del último informe del CIS, que sigue empeñado en colocar en posición aventajada a los partidos que componen el gobierno. La información saltó a los medios a finales del mes de julio y parece que ha pasado desapercibida. A su alrededor no se ha montado en esta ocasión la zapatiesta que generó la última oleada. Entonces, el presidente del instituto, José Félix Tezanos, fue llamado a comparecer en sede parlamentaria para aclarar la inclusión de preguntas tendenciosas en la encuesta. Su declaración sorprendió cuando calificó a las encuestas como herramientas no válidas para la investigación social con las que lo complicado, al hacer uso de ellas, es acertar. Las palabras de Tezanos ponían en entredicho la efectividad y la razón de ser del propio Centro de Investigaciones Sociológicas, que destaca precisamente por la realización de estudios sobre la sociedad española a partir de encuestas. Pone en entredicho también a toda la industria privada de la investigación social cuantitativa que en España, como en otros países, es cada vez más grande. De ahí que la Asociación Española de Investigadores de Mercado y Opinión se viera obligada a lanzar un comunicado reprobando las declaraciones de Tezanos, sugiriéndole que en lo sucesivo sea más respetuoso con el sector del que él mismo forma parte, que no lo desacredite.

Sobre la verdad que pueda haber en sus palabras quizás sirva de ejemplo el hecho de que los sociólogos en general nunca hemos confiado en las encuestas del CIS en cuestión de política. Otro tipo de encuestas, las que se orientan al consumo y a la economía, las que encargan los departamentos de marketing de las empresas, nunca son sospechosas por aquello de que nadie medianamente inteligente quiere desarrollar su estrategia empresarial a partir de datos falsos. Otra cosa es cuando los partidos políticos, o los periódicos que les apoyan, encargan encuestas sobre intención de voto; en ese caso€ Piense mal y acertará.

Aunque pueda parecer lo contrario, Tezanos no está criticando a la herramienta que le da de comer. Sencillamente porque no come del CIS, sino más bien del PSOE, el partido del que siempre ha sido sociólogo de cabecera. Ese dato es suficiente como para plantearse qué hace una persona con su ideología en un puesto en el que la objetividad es básica. De hecho, al hacer estas declaraciones, Tezanos actúa como un político de esos que siempre muestran su desconfianza en las encuestas cuando no hablan bien de su formación pero que siempre tienen a mano alguna que les saque de un atolladero. Es memorable aquella frase de un candidato al que cuando le comentaron que "daba mal en las encuestas", contestó que su partido tenía ya otras encuestas en las que los resultados eran excelentes. Las encuestas electorales, y esto no lo dice la Asociación de Investigadores de Mercado y Opinión de España, aunque debería, son un arma de doble filo y la política acostumbra a mostrarnos el lado manipulado. El objetivo: que los datos contagien a los votantes; la política hoy se basa en multitudes y estas tienen capacidad de contagiar emociones. No somos nada racionales, somos emocionales incluso para elegir a nuestros representantes y, por tanto, nuestro futuro.

A Tezanos le ha sucedido lo que a otros muchos que le precedieron: les dieron un cargo en propaganda cuando la esencia del puesto y de la institución que ocuparon era la objetividad. Afiliado al PSOE desde su juventud y conocedor del sector de la investigación social, un profesional como Tezanos no debiera haber aceptado nunca un puesto como el de director del CIS y menos gobernando el PSOE. A esto se podría contestar que el CIS siempre ha sido así. Echemos un vistazo al pasado y veremos perfiles muy similares al de Tezanos encantados en la misma encrucijada.

Con mucho acierto, decía el sociólogo y escritor británico William Davies que los institutos nacionales de estadística generan un alto grado de confianza en la ciudadanía. Sin embargo, no sucede lo mismo con los datos del CIS, que encuentran seguidores creyentes en la medida en que los números cuenten aquello que estos quieren escuchar, igual que los políticos. El CIS nos habla de la confianza de los españoles en el gobierno y en los partidos, o en la economía, pero ¿quién nos contará alguna vez cuál es el índice de confianza que tiene la población en el CIS? La misión del CIS como organismo es descubrir hechos sociales y estados de ánimo y narrarlos. Los hechos no pueden mentir, las personas que los interpretan sí. La estadística no solo expresa cierto estado del alma colectiva, como decía Emile Durkheim, padre de la Sociología. También establece el debate social, confiere aspectos relevantes para las naciones, aporta gran contenido al concepto de nación desde el momento en que ofrece una vista global sobre la ciudadanía y el territorio. Las agencias estadísticas y sociológicas de los estados no deben estar en manos de quienes ostentan el gobierno. Nunca. Que la política española no haya establecido las medidas oportunas para que el CIS sea de verdad objetivo, mal que nos pese, es razonable, aunque lamentable. El caso es que tampoco la opinión pública lo exige.

* Sociólogo