UANDO en los primeros momentos se apuntaba que China lo había he-cho casi perfecto para contener el coronavirus, hubo quienes, en silencio, se es-tremecían. Ahora, las sospechas de que el ré-gimen chino nos mintió y ocultó datos se van abriendo paso, como era previsible. No, no es problema de los ciudadanos chinos, sino de sus mandatarios. Siempre lo ha sido. Un régimen dictatorial, autoritario, cruel, del que de-pendemos en muchos órdenes y ámbitos. Ojalá aprendamos también esta lección, no por ser el origen del virus sino por su visión del mundo y de las personas.