UN concejal de Barcelona -con muchas ínfulas-, Manuel Valls, ha escrito un artículo titulado Cataluña no es una nación. Habló Blas, punto redondo. Sentencia dictada. Es una opinión, claro. Aunque no parece coincidir con la mayoría social en Catalunya, que no es solo la de los nacionalistas o independentistas, sino también de los socialistas y comunes. El problema es que Valls -y otros- no quiere ni oír hablar de nación catalana ni escuchar a los catalanes. Y a renglón seguido afirma que el nacionalismo es “supremacista y etnicista”. Dictamen supremo.