DE nuevo nos encontramos ante un desafío relacionado con el Athletic femenino, consistente en tratar de volver a llenar a San Mamés, mañana en el partido contra el Levante, con tantas personas como en el partido de Copa ante el Atlético de Madrid. Sin duda, se trata de un reto importante, en lo cuantitativo por el registro anterior y en lo cualitativo al tratarse esta vez de un encuentro de pago al que invitamos desde estas líneas a toda la masa social del Athletic Club, más teniendo en cuenta que el gran beneficiado será el fútbol base femenino de Bizkaia. Cada pasito que damos todas y todos en este sentido es uno más en la carrera de fondo por la igualdad en el deporte, sin olvidar que ésta no se acaba en la mera visualización.

No hay duda de que nuestras leonas se merecen el apoyo de todo el mundo pero, a pesar de ello, no podemos girar siempre en torno al hecho de jugar un partido cada cierto tiempo en la Catedral, tenemos que mirar más allá, dando pasos diarios para convertir la utopía de la igualdad en una realidad, también en el ámbito del deporte. Debemos ir más allá de llenar o no llenar San Mamés.

Cuando hablamos de igualdad en la cultura, en el deporte y en la vida en general, estamos marcando una impronta común en cada una de nuestras actuaciones. Una lucha contra el sexismo, contra la explotación y la opresión de la mujer, que se convierte en movimiento y se ramifica en diversas áreas de nuestra sociedad. No estamos ante una batalla baladí, sino ante una transformación estructural que atañe a hombres y mujeres por igual. En el deporte, esta lucha adquiere, por momentos, la característica de titánica. No solo como retórica general, el conseguir espacio y presencia real en los medios de comunicación, lograrlo en el sistema económico financiero y en el deportivo/federativo convierte a cada club en sí mismo en un ámbito de lucha. El Athletic, al respecto de esta guerra ideológica, no es una excepción y, aunque reconocemos con orgullo que se han dado pasos importantes los últimos años, aún tenemos que avanzar más.

No compartimos la idea de que el club pueda situar el equipo femenino solo en el ámbito de la producción. Desde fuera es habitual escuchar que su gasto debe ser proporcional a lo que generan económicamente. Afortunadamente, no es así. Podríamos entrar a debatir cuál es el rendimiento económico de, por ejemplo, cuatro equipos alevines masculinos que renuevan prácticamente año a año la mayoría de sus jugadores. Pero sería caer en la trampa. El verdadero rendimiento del Athletic femenino, más allá del meramente deportivo, está en su capacidad de convertirse en locomotora por la igualdad, creando así referentes para todas nosotras pero principalmente para las niñas que empiezan. Y esta transformación social tiene que ser desempeñada también por el equipo masculino y creo que corresponde vehiculizar ese caudal a la Fundación. Además, si el argumento economicista fuera el principal eje de actuación en el club, aquellas cuestiones que son gratuitas para ellas estarían ya resueltas y, por desgracia, aún están en fase de mejora, aunque progresan adecuadamente.

En este momento, las jugadoras, a través de sus representantes, están discutiendo, negociando, el convenio estatal de fútbol femenino. Es verdad que este convenio lo firman las jugadoras y que se puede materializar por dos vías: una, la que representa la liga (futbolistas in y UGT); otra, a la RFEF (AFE). Las negociaciones son duras y, de momento, parece que no hay acuerdo. Aunque los clubes no están en esta negociación, lo cierto es que deberían hacer una apuesta clara a favor de la firma de ese convenio porque la existencia de un convenio es necesaria para el fútbol femenino puesto que regularía relaciones y recogería derechos, dejando así claras las pautas básicas de su relación con ellas. Animamos a toda nuestra afición a apoyar también esta reivindicación hasta su logro.

Cuando alguien en el Athletic se pateaba las juntas directivas para tratar de activar derechos de las jugadoras, era apodado el “conseguidor”. Las futbolistas del Athletic no necesitan que nadie consiga nada para ellas. Necesitan que simple y llanamente se entienda que transformar una sociedad depende de todos sus agentes sociales y de los cambios que en ellos se produzcan. Así pues, y pensando que el Athletic Femenino debe ser algo más, debemos ir también más allá de San Mamés y abordar con esta sección una verdadera transformación en clave de igualdad.

Por ejemplo, ¿por qué no empezar por volcarnos en llenar Lezama semana tras semana? ¿Por qué no un carné de abono para el equipo femenino para fidelizar a las personas que no sean socias del club y que la gente demuestre su apoyo? La sociedad reclama más pasos concretos. El Athletic los necesita.