Recibo con dolor la noticia de que acabamos de perder a un político de raza. De los que ya quedan muy pocos, Xabier Arzalluz.

En los últimos tiempos, en los que la lucha política dista mucho del respeto, e incluso de la buena educación, que desde la otra orilla se hable bien de un contrincante no suele ser bien recibido. Aunque ya se sabe que el momento de irte de este mundo las lanzas y puyas suelen transformarse en loas y cánticos de alabanza. Qué pena. Arzalluz fue uno de esos personajes que siempre generaba controversia, cuyas intervenciones nunca dejaban indiferente. Utilizaba la ironía de manera a veces cruel y contundente, y ya se sabe que eso solo pueden hacerlo las personas inteligentes y él lo era y mucho. Un verdadero animal político de los de antes. De esos que fueron capaces de liderar una compleja Transición de manera ejemplar.

Lamentablemente, nos han ido abandonando poco a poco empobreciendo el panorama actual. Adolfo Suárez, Enrique Tierno Galván, Santiago Carrillo, Marcelino Camacho, Enrique Curiel y ahora Xabier Arzalluz.

Precisamente le conocí a través de Enrique Curiel, en Madrid, hace muchos años, en otra época. Se notaba química entre ellos, respeto y un punto de admiración.

Hablamos como no podía ser menos de un tema actual, las tensiones centro-periferia y de la violencia de ETA. De cómo se podía frenar esa espiral de desencuentro y tensión.

Fue una conversión potente, enriquecedora y hubo coincidencia casi plena en el diagnóstico y la solución.

Parecía que estábamos en orillas diferentes, pero los tres estábamos dispuestos a construir puentes por los que comunicarnos.

Arzalluz se nos ha ido y como socialista lo lamento, pero de corazón, con absoluta sinceridad. No como muchos que en vida le despreciaban quizás porque le temían o le envidiaban por su altura de miras. Su pérdida ha coincidido en el tiempo con la declaración del lehendakari Urkullu en el juicio del procés independentista catalán, digno heredero de aquellos de la Transición. Quizás el último.

Vivimos malos tiempos. Y quienes sentimos la política de otra manera estamos un poco más huérfanos.

Descanse en paz Xabier Arzallus, desde el cariño y el respeto de un socialista.