Síguenos en redes sociales:

Realidad y ficción en la era Trump

El retroceso republicano en las elecciones legislativas no es aval suficiente para suponer que se esté más cerca de evitar la renovación de mandato de Trump dentro de dos años pero sí de su contención

CONOCIDOS los resultados electorales en las legislativas de Estados Unidos, que renuevan parcialmente las cámaras del Congreso y el Senado, es obvio que viene un fenómeno reactivo a los métodos del presidente Donald Trump pero también que su discurso sigue calando entre amplios sectores de población en Estados clave para la reelección. Puede haber causado sorpresa que el histrionismo y los modos totalitarios de Trump no hayan provocado una reacción más iracunda del electorado. El error de extraer conclusiones desde la observación a distancia sería no contemplar todas las premisas, los mecanismos de información y desinformación que crean opinión en Estados Unidos. Los datos son concluyentes: la difusión y consumo de informaciones manifiestamente falsas o manipuladas en las redes sociales está muy por encima del interés que suscitan los hechos contrastados a través de las fuentes informativas profesionales. Las primeras cuentan con el atractivo de la espectacularidad, el lenguaje directo y sin matiz y las segundas con el inconveniente de estar dirigidas a una audiencia que consume rápido, de modo superficial y para la que no siempre es atractiva la fiabilidad porque está dispuesta a consumir y olvidar, inconsciente según los estudios sociológicos, del poso que ese consumo deja en su estado de opinión. Donald Trump reaccionó a la pérdida de la mayoría republicana en el Congreso tuiteando que los resultados eran un éxito. Su primera intervención volvió a incidir en su pulso con los medios de comunicación que se le oponen como si fueran cómplices de los problemas que afectan a sus ciudadanos. Esa manipulación no va a cesar. Los resultados cosechados por el Partido Demócrata no garantizan, por sí mismos, un freno al estilo y las políticas de Trump y, de cara a su eventual reelección, el lenguaje del presidente no va a modularse porque es original y único en su nicho de clientes. Lo que sí puede suceder es que sus políticas topen con un límite más firme en el Congreso. Pero, en la era de Trump, la realidad de los problemas de los estadounidenses -que por ejemplo, en apenas cuatro años han padecido más de dos centenares de tiroteos en centros escolares- debe competir, por ejemplo, con la ficción de la amenaza exterior al bolsillo y el empleo industrial. Y la amenaza, cuando es ajena, cohesiona más.