Este pasado 1 de octubre se conmemoró una fecha por la que deberíamos felicitarnos todas las mujeres del Estado español (las generaciones pasadas, las actuales y las del futuro). Aquel 1 de octubre de 1931 (hace 87 años), las Cortes de la II República aprobaban por un estrecho margen de diferencia el voto para las mujeres que empezaría a ejercerse en las elecciones a Cortes de 1933, un hecho realmente histórico dado que pocos países, de los llamados occidentales, permitía el voto a las mujeres o bien lo restringía a determinadas clases sociales. Todo este esfuerzo por dar voz y voto a las mujeres de la República hubiera sido en parte en vano sin el esfuerzo y determinación de la abogada y escritora Clara Campoamor, que enfrentándose a su propio partido y a sus propias colegas (tres eran las mujeres de aquellas Cortes) que se oponían al pleno voto femenino. Luego vendrían los negros años de la dictadura, en el que el papel de la mujer quedó totalmente relegado en casi un total oscurantismo a lo que derechos se refiere. Pese a todos los obstáculos que han impedido que vayamos avanzando en conseguir una igualdad plena y total con el género masculino, hoy seguimos en la lucha -recordemos las manifestaciones del pasado 8 de marzo- para que los esfuerzos de Clara Campoamor y tantas mujeres anónimas no caigan en el olvido, porque como muy bien decía la escritora: La libertad se aprende ejerciéndola.