Qué fácil y sencillo pasan los días, anochece antes; verano trae y acerca el otoño. Las playas se vacían, solo los residentes en las zonas costeras acuden al arenal, la frontera descansa de la multitud de vehículos que la han atravesado de entrada y salida, los inmigrantes de África desaparecen. Se ha terminado para ellos el cruento verano de pasar el estrecho de Gibraltar o atravesar el mar mediterráneo. Y así sin darnos cuenta llegamos a la normalidad. Los escolares ya están en las aulas con sus útiles de clase, trabajadores y trabajadoras conectan sus despertadores a la hora convenida. La vuelta a la rutina trae consigo las tertulias entre los compañeros para contarnos lo acontecido en el lugar de veraneo. Algunos ponemos cara de envidia ante los compañeros que han sufrido el verano en el trabajo y ahora se despiden hacia su lugar de descanso y diversión. También la vida es así, llega el otoño de la vida y los mayores con sus vacaciones perpetuas miran el panorama con la tranquilidad que les da su inteligencia y su saber hacer. En la política siguen vigentes los problemas de antes del verano, los políticos han hecho un paréntesis y ahora regresan a las tertulias a los parlamentos y a la rutina de mantener su estatus a salvo de los vaivenes de la política y sus dirigentes.