Como cada año por estas fechas, la fundación Nobel otorga los premios que llevan el nombre del ingeniero e inventor sueco Alfred Nobel (inventor de las dinamita), que dejó constancia en su testamento, el dedicar parte de su fortuna a premiar o recompensar a todas aquellas personas que se han dedicado a hacer “el bien a la humanidad” según las palabras del propio inventor. Se otorgan cinco categorías principales: las ciencias. Medicina o fisiología en química y física ( que se anuncian primero) y seguidamente en Literatura y el de Paz ( creado posteriormente) y quizás no siempre “acertada” en cuanto a los premiados. No he visto grandes titulares dedicados a la concesión de estos premios, ni en portadas destacas de periódico ni en “cabeceras” de noticias (salvo, claro está, en prensa especializada). Para la inmensa mayoría, estos premios pasan casi de “puntillas” como algo muy “lejano” y que no importa demasiado, y eso que fueron creados supuestamente para mejorar la humanidad. En medio de tanta sinvergonzonería, despropósitos varios y delirantes, no estaría de más que tuviéramos mas noticias como estas, con un poco de “remanso” y tal vez confiando en un poco más de “esperanza”.
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