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La dote masculina

Es muy conocida y mencionada la dote femenina, es decir, la cantidad de dinero o bienes que debía pagar la familia de la novia en una boda a la familia del novio, para compensar por el hecho de casarse con una mujer, en un claro gesto discriminatorio que ha sido ampliamente criticado. Pero no se nos ha hablado de la dote masculina como otra discriminación que afecta fundamentalmente a los hombres en sus relaciones de pareja o matrimonios con las mujeres, y fácilmente reconocible por el hecho de que en las relaciones heterosexuales se repita el típico esquema de que el hombre tenga un estatus social y económico superior al de su pareja femenina, y muy raramente se observe el caso inverso. De hecho es un rol empírico y establecido el que las mujeres opten por hombres de un nivel socioeconómico superior al suyo y los hombres paguen la dote masculina sin darle importancia. Incluso muchas mujeres con gran éxito profesional esperan recibir el beneficio sexista de la dote masculina como un elemento fundamental de su relación con los hombres y consideran como exclusivos candidatos para una relación de pareja estable a varones que estén igual o, preferentemente, mejor situados que ellas. Cuando la mayoría de los hombres comprendan la explotación y el egoísmo sexista de quien les valora más por lo que tienen o pueden conseguir que por ellos mismos y se decidan a establecer relaciones igualitarias con las mujeres, ignorando por completo a aquellas que aman la dote masculina más que al hombre, la unión heterosexual se acercará más a una justa medida del valor personal de cada miembro de la pareja al erradicarse esta desigualdad.