EL 15 de septiembre se cumplió el quinto aniversario de la caída de Lehman Brothers, fecha que ha quedado marcada como referencia del inicio de la Gran Recesión. Es peligroso indicar fechas cuando todavía estamos inmersos en una crisis y los adivinos, junto con los economistas, no se ponen de acuerdo en cuándo podemos salir de la misma. Se oyen expertos que vaticinan la salida de la crisis en el año 2018, otros que dicen que ya hay brotes verdes para comienzos del año 2014, otros dan otras fechas. Para valorar estas noticias no debemos olvidar dos cosas:
Primero, hace tiempo todas las previsiones económicas eran a corto plazo. Había tantas que alguien tenía que acertar. Ese salía en la televisión y en los periódicos. Ahora se dan más las previsiones a largo plazo. La estrategia es sencilla, si quien lo ha dicho acierta, seguro que lo recuerda: "yo ya lo dije". Si falla, tiene la ventaja de que ya ha pasado tanto tiempo que nadie va a recordar sus predicciones. Respecto a este tema, ya nos advirtió John K. Galbraith que "hay dos tipos de economistas, los que no saben nada y los que no saben que no saben nada". El tipo de estudios realizados en este contexto, que es la econometría, es muy útil para saber las razones por las cuales el pasado ha sido como fue y para intuir cómo puede ser el futuro si las condiciones iniciales no cambian. Pero está claro que siempre cambian.
Segundo, el tema de los brotes verdes, género creado por un antiguo ministro del premier británico, John Major, es un pequeño espejismo. Sí, es verdad que están mejorando varios indicadores económicos. Pero si pasamos de un paro del 10% a otro del 25% y luego, gracias a un ligero crecimiento económico, nos quedamos en un 21%, tampoco hacemos mucho.
Merece la pena recordar cómo se calcula la tasa de desempleo. Usamos como referencia para calcular el paro la denominada población activa, formada por personas que están en edad de trabajar y que desean hacerlo. La manera de indicar que una persona desea trabajar es apuntarse a las listas de paro cuando no está empleada. Así tenemos la población activa: los que trabajan, que ya están registrados por sus empresas, y los que no lo hacen, que están registrados en las listas del SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal). Dividiendo los que no trabajan entre el total tenemos la tasa de paro. A veces el registro de aquellos que no están trabajando puede bajar por dos razones: o bien las personas emigran, o bien como no están cobrando ninguna prestación, se desaniman y no se preocupan de apuntarse en las listas. Supongamos que tenemos una economía de 100 personas, de las cuales 25 están en paro y 75 trabajan. La tasa de paro es del 25%.
Si de las personas que están en paro diez emigran o no se apuntan en el registro, quedan 15 paradas con una población activa de 90 personas. Si de las 75 que trabajaban despiden a dos, quedan 73 empleadas. Tenemos entonces una economía en la que hay 90 personas, de las que trabajan 73 y no lo hacen 17 (las 15 paradas de antes más las dos que han despedido). La tasa de paro sería 17/90, es decir, el 18,88%. Vamos, ahora hay menos personas trabajando que antes (han pasado de 75 a 73) y, sin embargo, ¡el desempleo ha disminuido! Una estadística de paro nunca será completa, nunca, si solo es una división. Deberían darnos la evolución de dos datos: la del número de personas desempleadas y la de la población activa. Sin embargo prestamos más atención al cociente. Y no, no puede ser.
Más. En economía existe la denominada tasa de desempleo natural, que consiste en evaluar para un país cuál sería el desempleo razonable teniendo en cuenta su territorio, sus habitantes y su capital. Por supuesto, es una tasa intuitiva, ya que es imposible conocer su valor con exactitud. Sin embargo, es muy útil por una razón: sirve para saber si una economía está desarrollando o no todo su potencial. Antes de estallar la crisis la tasa natural de desempleo en España podría estar en una horquilla entre el 8 y el 10%. Está claro que por muchos brotes verdes que haya esta tasa de desempleo natural ha subido, quizás entre el 19 y el 21%. Sí, puede bajar algo el desempleo en el futuro. Pero esta tasa de desempleo natural va a quedar en unos niveles sociales absolutamente inaceptables. ¿Se ha tomado alguna medida para mejorar esta tasa a largo plazo, que es lo que importa? Que yo sepa, no.
Han pasado 5 años. ¿Qué ha ocurrido? Los grandes bancos han aumentado su poder, ya que son demasiado grandes para caer (hay 29 bancos de este estilo en el mundo; en esta lista está incluido el Santander). La prometida refundación del capitalismo ha beneficiado a las clases más altas. No dejan de perderse más y más derechos sociales. Las desigualdades están aumentando. Los paraísos fiscales son refugio de grandes empresas y grandes fortunas. En definitiva, el mundo está empeorando.
Y es que nos han estafado hasta en el nombre. Esta época no debería llamarse la Gran Recesión. Debería llamarse el Gran Retroceso. ¿Cuál es la diferencia? La recesión incluye vuelta al estatus anterior. Retroceso, sin embargo, no.