Toda propuesta para normalizar la situación en Euskadi (75% de la población del conjunto de Euskal Herria) debe apoyarse sobre el doble cimiento de una paz definitiva y el respeto a la voluntad política de la ciudadanía vasca. Cuando esta idea sea aceptada por el espectro sociopolítico vasco, desde los más inmovilistas hasta los más impacientes, nos situaremos en un excelente punto de partida. A partir de ahí, se trataría de conjugar la necesidad de corregir la inaceptable situación de la "soberanía política colectiva" en Euskadi, con una visión realista de nuestra "soberanía económica individual" (renta per cápita).
Superada la situación de violencia que limitaba la libertad política de una minoría constitucionalista, solo falta que esta deje de negar a Euskadi la consideración de nación. Tarde o temprano, el PP y el PSE tendrán que estar dispuestos a asumir su minoría democrática en nuestro ámbito de decisión, y será entonces cuando el diálogo político transversal podrá desarrollarse en profundidad. En paz y libertad será posible acercarse a un equilibrio entre soberanía individual y colectiva.
Se acercan a pasos agigantados las elecciones del 21-O. ¿Seremos capaces de arrinconar insultos y pataletas para que los sueños se hagan realidad? Sería de agradecer un poco de sensatez y reflexión conjunta a los candidatos de las diversas fuerzas políticas. Quienes se empeñen en no ajustar sus relojes a los nuevos tiempos lo van a tener crudo. Tanto en Catalunya como en Euskadi se están viviendo momentos de exaltación de la "fantasía participativa" y la irrupción de savia nueva revitalizadora no se hará esperar. La buena gente ya no se conforma con más de lo mismo y quiere cambio, a pesar de la eterna amenaza de la ley de Murphy. En este sentido, me llama la atención el impacto que está causando Laura Mintegi. Por de pronto estamos ante una señora con una trayectoria profesional completamente distinta a la del resto de los candidatos. Treinta años de docencia en la universidad, entre jóvenes de toda clase de cunas, tiene poco que ver con hacer carrera política dentro de un partido concreto. Puedo estar equivocado, pero a mí me inspira más confianza. Me ilusiona mucho más su sana impaciencia que el manifiesto inmovilismo de sus rivales.