Por el contrario faltan los buenosgobernantes. Al margen de ideologías,porque mantengo con firmezami condición de apolítico, entreotras razones porque desde esta atalayaen la que me encuentro se venlas cosas de muy distinta manera,lo cual no me impide aplaudir conentusiasmo la postura de la señoraCospedal de reducir a la mitad elnúmero de sus diputados. Que cundael ejemplo.Va siendo hora de quela política deje de ser un negociopara quienes la practican. Quienvive de la política (que además sepaga de nuestros impuestos) difícilmentepodrá ser un buen gobernante,porque antepone los interesesde partido a los de la ciudadanía.

Algo que está demostrado.

Qué lejos ha quedado la honorabilidadde aquellos que se lo jugarontodo para lograr unos derechosdignos para la clase trabajadora, sinánimo de lucro o intereses partidistas.Pongo por ejemplo (entreotros muchos) el de aquel honradorepublicano, además de un buentrabajador, implicado políticamente,y dirigente sindicalista, que nose llevó a su casa una peseta que noprocediera de su trabajo como asalariadode una fábrica de cementos.

Puedo asegurarlo porque ese hombrefue mi padre y, aun siendo yomuy joven, quedó grabado en mimente para el resto demi vida. Estehombre, todo un referente, como lamayoría de los de aquella época,dejaron una consigna muy significativa:la lucha de la clase obrerapor la defensa de sus derechos.Cuántos sueños rotos e ilusionesdesvanecidas al arrebatarnos de unplumazo todos aquellos logros obtenidosa base de sudor, lágrimas ysacrificio, para partir nuevamentede cero.

José Rivas AmorrortuDurango