LOS problemas de fondo casi nunca tienen relación con las causas aparentes. La mayoría seguimos convencidos que la causa de la crisis radica en la falta de fuentes de financiación, cuando realmente los problemas provienen de una falta absoluta de valores éticos. Estamos masivamente manipulados por una minoría planetaria que se quiere quedar con todos nosotros y con nuestros bienes. Una iniciativa para protegernos y neutralizar este complot sería acometer una transformación empresarial para recuperar la prosperidad y sosiego perdidos. Como ventaja para ello contamos en Euskadi con una sorprendente tecnología y registro de resultados alcanzados, es decir, todo lo necesario para acometer sin demora la citada transformación empresarial. No se trata de un tema utópico, sino real y oportuno; las palancas existen y piden ser accionadas por emprendedores responsables.
En esta hora y con la transformación empresarial en mente, invito a inspirarnos en un ejemplo personal. Ya en su madurez, a Imanol se le pidió que reflotara Niessen y lo hizo. Luego se le pidió que aceptara la presidencia de la Cámara de Comercio de Gipuzkoa y durante ocho años impulsó muchas iniciativas que redundaron en beneficio de la industria y comercio guipuzcoanos, siempre asistido por estupendos equipos que él sabía elegir y ganarlos para la causa. ¿Qué hacia un vizcaino en Gipuzkoa, donde había tantos excelentes profesionales? Vivió diez años en un hotel, salvo los fines de semana en que venía a Bilbao, porque así tenía más tiempo para trabajar. Empujaba ideas, hacía país. Era de mucho carácter, pero era también el guardián del respeto por las personas y sus derechos y obligaciones. Imanol hizo una remarcable contribución a la creación de nuestro mundo empresarial vasco. Ahora le necesitaríamos para impulsar esta propuesta de la transformación empresarial.
Durante el mes de octubre de este año se espera poder presentar al público y al empresariado vasco una muestra monográfica, ya madura, de lo que sería la propuesta de un Plan de Transformación Empresarial. Hasta entonces, lo lógico sería que existiera una primera iniciativa de Innobasque como ente apropiado del Gobierno vasco para esta clase de iniciativas y, si esa iniciativa se consolida, que se tejiese lo que podríamos llamar una segunda fase, buscando la adhesión y compromiso de Confebask, como patronal vasca, el patronazgo de diputaciones forales y otras instituciones a definir e invitar a la participación. Y, por fin, y lo más importante, invitar a todos los medios de comunicación social a colaborar en este movimiento de defensa de intereses de la sociedad, por razones obvias de solidaridad con su audiencia y lectores. Si los medios no se implican, todo podría quedar en agua de borrajas; pero lo harán porque se sienten necesarios en la situación actual. Gracias de antemano.
Desde hace mucho tiempo, en todos los lugares del mundo, son muchos los expertos y líderes de opinión de sectores económicos, culturales, educativos y de comunicación que, eso sí, bastante preocupados, relatan fenómenos amenazadores para el trabajo, la generación de riqueza, la convivencia y el bienestar social, sin haber tenido la fortuna de localizar, al margen de tantas especulaciones, un origen, una fuente, un troncal, una causa común de todos esos fenómenos que constituyen el centro de nuestra desdicha y nuestras preocupaciones. Esos fenómenos acontecen por doquier, en nuestro entorno. Nos calan, nos inundan.
¿Qué tienen que ver las amenazas sobre el trabajo, la convivencia y el bienestar social -que pertenecen a un mundo económico empresarial- con las amenazas que sobre la humanidad tienen el cambio climático y el recalentamiento del planeta? La respuesta es que ambos sistemas son gobernados por las mismas leyes y modelos de regulación de la naturaleza. Y ambos están siendo afectados por la misma causa ética. Poco a poco, vamos entendiendo que tras la destrucción de la naturaleza va automáticamente la destrucción del hombre. Y percibimos los primeros síntomas de esta agonía. No solamente hemos polucionado las aguas, el aire, el suelo? sino que también estamos maltratando al habitante de este planeta: la persona.
Con la utilización masiva de sistemas (ni éticos ni sistémicos) hemos cosificado la relación con las personas. Tratamos su inteligencia, su específica capacidad de compromiso y de actuación voluntaria; su potencial entrega a causas nobles para sentirse bien y equilibrado; desde un posicionamiento profesional torpe, sin habilidad, sin la formación idónea? Generalmente desde un "conductismo técnico" inoperante, obsoleto, estéril y de un costo insoportable que está hundiendo las empresas y organizaciones. Valoremos bien hasta qué niveles de destrucción puede llevar una gestión no ética y no sistémica de la empresa.
Este problema que desquicia hoy en día a todo Occidente es un problema del que, aparentemente, solo tiene conciencia una minoría dispuesta a replantearse la conducta que supuestamente lo resuelve. El resto sigue desorientado, quieto y perplejo, quejándose de su mala suerte. No les ha llegado todavía la gracia o el momento de entenderlo. La productividad, la competitividad y la innovación son manifestaciones dominantemente culturales con consecuencias económicas. Las tres son reflejo del comportamiento humano condicionado por el nivel de utilización que se haga de su capacidad. Por tanto, es un problema ético.
¿Qué, quién, por qué y para qué ha fomentado la inmediatez como fórmula de progreso económico cuando en realidad la inmediatez -aparte de ser la muerte de la innovación- es una aberración de generación de riqueza, empecinada en el corto plazo que sistemáticamente impide la toma de decisiones propias de una política de mejores resultados a largo plazo? ¿Existen por medio expectativas bursátiles que lo justifiquen? ¿Quién ha tenido interés en socializarnos en esta cultura? ¿Qué o quién ha causado que este ambiente impregne nuestra estructura mental, se haya convertido en un estilo de hacer las cosas, haya llegado a causar doctrina de éxito e incluso llegue a ser venerado como modelo a imitar por la sociedad? ¿Por qué tiene lugar, aún hoy día, las prácticas del secuestro de capacidades de las personas que trabajan en las empresas y en las organizaciones? Ahí radica una falta generalizada de conciencia ética. ¿Por qué no enlazamos ese secuestro con la declaración de crisis, como causa que la provoca?
Proponemos situarnos en el interior de la ética -como quien penetra en el ojo del huracán- para entender un poco los fenómenos que se desencadenan en este espacio que comparten naturaleza y empresa y que generalmente las personas no los solemos percibir y, por tanto, no son fáciles de entender. Para nosotros, naturaleza y empresa son esencialmente lo mismo, puesto que la empresa genera resultados partiendo de combinaciones de la naturaleza, incluida la persona donde reside el conocimiento, la inteligencia y demás. Ambas, naturaleza y empresa, son reguladas, por tanto, por las mismas leyes y así entendemos que una empresa es una organización viva, una bio-organización. La ética es un espacio total que se autorregula en un fondo de tiempo. La ética puede responder inexorablemente cien años más tarde como un efecto boomerang, que es justo lo que creemos que nos está ocurriendo ahora en el campo social, económico y laboral.
Es hora de transformar nuestras organizaciones para mejorar los problemas que tenemos planteados. Pero hagámoslo éticamente. Es el mejor camino para nuestra garantía recíproca.