En relación a la publicación Carta abierta a doña Isabel Celaá suscrita por Paco Marín Guruceaga y difundida públicamente por este diario, y con la motivación primordial de tranquilizar a mi entorno de seres queridos -lectores habituales de las informaciones del Grupo Noticias-, que preocupados por mi situación me han llamado para ofrecerme su ayuda, me acojo al derecho de réplica

El autor de la carta abierta habla de mi presunto nombramiento digital en Musikene sin ninguna razón para ello. La única razón que aporta es que "se desconoce su experiencia previa en la gestión de cualquier empresa". No debería resultarle nada extraño porque soy un particular cuya actividad profesional no ha tenido relevancia pública.

Pero, bueno, para no soslayar ninguna duda que puedan albergar ni Marín ni el Grupo Noticias, manifiesto públicamente que nadie me ha prometido nada, que no he sido nombrado digitalmente, que nadie me ha preguntado por mi ideario político y que tengo entendido que en la selección para jefe de Gestión Económica de Musikene fue ponderada aquella parte de mi currículum profesional en la que aportaba mi experiencia como director de Recursos Humanos de EITB en el Gobierno de Garaikoetxea y la de delegado general en Euskadi de la Sociedad de Autores.

Me preocupa mucho más, a nivel personal y social, la nota relativa a mi situación de deudor de la seguridad social de Sevilla. El colmo es que cuando voy a Lakua a dar explicaciones voluntarias de este asunto, tengo acceso a la versión cerrada de su carta, y leo un paréntesis entrecomillado, y creo que en cursiva, con la inquietante frase: Sevilla Connection (¡por favor, Marín!). Compruebo que el asesor jurídico del periódico, muy juiciosamente, lo ha censurado y me evita la tentación de la querella.

La explicación es que en el transcurso de cambio de domicilio de Sevilla a Bilbao, la Seguridad Social notifica la falta de pago de una cuota mensual a mi anterior domicilio en Sevilla cuando ya no vivía allí. Varios meses más tarde, y una vez detectada la situación en Bilbao, ese atraso y sus recargos por demora fueron saldados.

Pero incluso aunque esto no hubiera sido así, no creo que yo hubiera incurrido en ningún delito. Peor pinta tiene eso de andar hurgando en las debilidades de la vida privada de los demás, para instrumentarlas, por elevación, en ataques a cargos públicos. Esa actuación, Marín, tiene un nombre muy feo en el código penal.

Aunque abogado de carrera, no soy amigo de andar molestando, con mis problemas, a los sobrecargados tribunales de justicia, por lo que con independencia de lo que haga la empresa, me tomo yo solito el trago. Ya vale.